Hay una muñeca que Gabriela se lleva para muchos lados, incluso a la cama. A veces dice que es un niño, otras veces que es una niña.
No tiene pelo. Así que más de una vez ha hecho esta comparación: ‘se parece a mi tío’.
Cuando Gabriela cumplió tres años recibió este regalo extraordinario. Una querida amiga nos trajo envuelto en papel ecoamigable, como es su estilo, un precioso bebé de juguete. Como todos los bebés era hermoso, pero, a diferencia de los que se ven con frecuencia en las jugueterías, este era de piel negra.
Parece increíble, pero en Panamá, a pesar de nuestra inmensa herencia afro, los muñecos de color son una rareza. La mayoría de los juguetes con forma humana son de piel clara, preferiblemente rubios y de ojos azules. Ni se diga de las princesas.
Antes de que Gaby abriera el regalo, mi amiga procuró llamarme aparte y contarme la historia de este obsequio. Ella es sudamericana de piel blanca y su esposo es panameño de piel negra. Cuando su propia hija estaba pequeña se encontraron con este juguete: un precioso bebé de piel negra y les pareció indicado para su hija que tiene de herencia las dos razas.
Así que cuando mi amiga con su hija que ya está en la escuela primaria fue a comprar un regalo para Gabriela, la niña vio el muñeco que tuvo de pequeña y le pareció el regalo indicado.
Así llegó bebé a nuestra casa. A veces pasa días olvidado en la cajeta, pero de repente su dueña lo recuerda y quiere llevárselo a pasear donde Tita, su abuelita. Pero es solo un paseo, le dice, luego te regresas.
Cuando Gaby va con su muñeco muy feliz por la calle, noto las caras de algunos asombrados. Creo que no habían visto en su vida un juguete de ese color, que en algunos casos es el mismo color de la persona que mira.
Hace unos días, en El Hombre de la Mancha Kids, una amiga me hizo notar un libro con una princesa de pelo rizado; por supuesto, se lo compré a mi hija.
Si solo jugamos con princesas rubias y con bebés blancos, terminamos pensando que ese es el color ideal de piel. En mi infancia casi no había muñecas negras, pero recuerdo la Barbie Latina: era trigueña, mi mamá me la compró y siempre me decía: ‘mira qué bella es. Es muy elegante”. Y sí lo era.