¿No lo han notado? De un tiempo a esta parte mucha gente pide permiso antes de llamar por teléfono. Muchas veces, miro mi celular y descubro que alguien me está preguntando: ¿te puedo llamar? Y yo sé que no es una llamada de larga duración.

Los que me hacen esta pregunta suelen ser gente a la que conozco desde hace años o de mi entorno. Casi siempre les digo que sí.

No quisiera decir ¡cómo han cambiando las cosas!, pero no me queda más remedio. Yo me acuerdo cuando en mi casa, en Panamá Viejo, ni siquiera teníamos teléfono, nuestra vecina, una tía a la que llamábamos ‘abuela’ recibía nuestras llamadas. Pegaba un grito para avisarnos.

Quizás en aquellos tiempos una llamada era tan preciada y tan escasa que a nadie se le ocurría rechazarla. En esos años de la prehistoria del teléfono móvil, las llamadas eran muchas veces urgentes.

Tuve que preguntarle a una amiga por qué me pedía permiso para llamarme. Los que me intentan ofrecer tarjetas de crédito no me avisan; la señora que necesita venderme una rifa para alguna obra benéfica, tampoco. Menos me piden consentimiento los que quieren que yo les entreviste  por un proyecto que aún no tiene nombre, no tiene fecha pero creen que una entrevista les ayudará a conseguir patrocinadores. Y todas esas llamadas son larguísimas.

La respuesta de mi amiga fue: “Es que a la gente, ahora, les molesta que les llames sin avisar”. Tuve que aclararle que no soy esa gente. Quiero decir una amiga o un colega me puede llamar, y como somos cercanos también sabrá que si no le contesto es porque no puedo en ese momento, pero le devolveré la llamada.

Ustedes dirán que nada tiene de malo semejante educación o pedidera de permiso. Lo que me parece una contradicción es que la gente, que te conoce, tenga tanto pudor para hacerte una llamada telefónica pero nadie tiene reparos para mandarte mensajes de chat a cualquier hora y cualquier día y sobre cualquier tema que bien pudiera ser resuelto mañana por la mañana, en horas de oficina.

¿Y qué me dicen de aquellos que, desde números desconocidos, te escriben ‘hola’? Algunos todavía están esperando que yo les conteste. Una persona que quiere conversar con alguien, por primera vez, debe presentarse: ‘hola, soy fulana y quiero hablar con usted de esto’. Así yo puedo atenderle con diligencia o incluso decirle: ‘número equivocado’.

Peor, y esto ya sí me enoja, es recibir un mensaje de voz desde un teléfono desconocido. Si alguien, que por lo general necesita tu ayuda, no tiene tiempo de escribir un mensaje de saludo cortés, porque piensa que los demás deben regalarle su tiempo y escucharle.

Buenos modales es lo que escasea cuando se trata de mensajes de chat. No quiero aburrirles con ese tema. En conclusión: si nos conocemos no me pida permiso para llamarme ¡llámeme! y si no nos conocemos o nunca hemos hablado por chat no me mande un ‘hola’ y menos un mensaje de voz como presentación.