A mi hija de ocho años le encanta hacer regalos. Hace gatitos de origami y me dice: ‘este se lo voy a dar a Camila’ o ‘este es para Fátima’. A veces hallo en su mochila escolar dibujos doblados en los que se lee de fulanita para Gaby. “Eso me lo regalaron”, me advierte. Una de sus compañeras aprendió a dibujar tipo manga y le enseña al resto. Gaby ahora hace unas figuras de ojos enorme y brillosos.

Se me apachurra el corazón de ternura cuando veo esta forma tan inocente y descomplicada de regalar de mi hija.

Pero no siempre todo es tan fácil. En la víspera del Día del Maestro o Día de la Maestra como dice mi hija (‘mamá, yo solo tengo maestras’) me trasnoché forrando regalos con papel revista reciclado; y es que a pesar de toda mi planificación todavía me faltaba una maestra. Y por si acaso, mandé bolsitas de chocolate sin nombre. No me iba a pasar lo del año pasado que mi hija llegó y le faltó una maestra.

Yo presumo de ser una mujer descomplicada, pero esa imagen se me vuelve papel de paleta cuando se acerca esta temporada regalona. ¿Suena bien? Siempre y cuando uno sea el que recibe los regalos o si uno tiene un asistente encargado de comprar regalos. Eso me gustaría.

Ya sé que están pensando. Si tanta mortificación me causa, pues mejor no debería regalar nada. Pues no. No puedo pasarme al bando de aquellos que dicen que no regalan porque ellos no caen en las seductoras garras del capitalismo y que además pueden regalar cualquier día del año. Cosa que es falsa. No lo hacen.

Antes, en los viajes, me esforzaba por traer regalitos para todos. Mis compañeros de viaje viendo la Sagrada Familia y yo comparando los precios de los llaveros ¡hay algunos caros! Llevaba una lista y deambulaba por los lugares buscando detallitos. A veces, hasta en el aeropuerto. Y confieso que alguna vez compré algo en La Arrocha y dice: “esto te lo traje de México”. Gracias, globalización.

No lo disfrutaba, siempre se me olvidaba alguien y creo que muchos regalitos eran recibidos con aprecio, pero luego pasaban a un cajón. Ahora traigo en la maleta solo obsequios que estoy segura la persona disfrutará. Con ese sistema ya no compro para todos, pero regalo mejor. Creo.


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