Sé que es tiempo de paz y armonía, pero permítanme traer una cucharadita, bueno, media cucharadita de discordia. Voy a poner en esta mesa algunos motivos que nos dejan mal sabor cuando hablamos de tamales:

1. Los precios. Olvídese de los tamales de a peso o de a dólar, no conseguirá nada. Si acaso un seudo tamal del tamaño de una empanadita y con una embarradita de salsa.

Los tamales buenos ahora cuestan entre dos y tres dólares. Cuidado más.

2. ¿De puerco o de pollo? Esto puede ser motivo de pelea si yo quería de puerco, pero solo hay de pollo. Por lo demás, ambos son sabrosos.

3. Con o sin picante: No entiendo para qué le ponen picante. ¿Acaso es un tamal afroantillano? ¿o un tamal mexicano? Para mí, sobra.

Pero si a usted le gusta, que lo disfrute. Tampoco es un crimen. El único coraje por el picante en el tamal lo sufre quien lo pidió sin picante y por error le dieron con picante. ¡Ayayai!

4. Esa presa no me gusta. Hay tamales que no son ni de pollo ni de puerco. Son de cartílago o de molleja o de pescuezo. ¿Le ha tocado?

5. Pasita o ciruela pasa. Hubo un congreso de tres días entre tamalólogos y no se pusieron de acuerdo. Unos dicen que el tamal panameño tiene que ser con ciruela pasa, pero otros defienden el uso de la pasita.

6. Macro tamal. Sospecho de todo tamal del tamaño de un cuaderno escolar. Hasta la fecha no he probado uno que me convenza.

7. Guiso o masa. ¿Qué hace que un tamal sea bueno? Unos no soportan el pollo raquítico, la ausencia de pasas o pasitas. A otros les da igual eso, si la masa no tiene buena sazón, no les gusta. Yo agradezco el equilibrio. ¿De qué sirve un buen guiso si la masa es mala? Y la mejor masa no alcanza a compensar al guiso escaso o insípido.

8. Tamal vegetariano. Los más puristas dejen de leer ya. Llegó el turno del tamal vegetariano: sin puerco ni pollo.

No se ofusque si no los ha probado. Yo lo hice y me gustó.

¿Qué sigue? ¿El tamal sin masa? Ese ya existe y se llama guiso.