Jugaba mi hija con sus muñecas y se acercó para decirme: “Mami, mira, esta es una chica mala que se enamoró del novio de otra chica. Por eso pelean…”.

Podía parecer una chiquillada graciosa, pero no lo era. Mi hija tiene cuatro años, apenas. Pero ya había pescado algo de las telenovelas que ve su abuelita. Ver telenovelas no es malo; lo malo es ese mensaje de la buena y la mala enfrentadas siempre, y sobre todo ¡por hombres!

No solo nos cuelan esas ideas por allí. En la película No es romántico (2019), que se burla de las comedias románticas y puede verse en Netflix, Rebel Wilson le dice a su mejor amiga y compañera de trabajo más o menos esto: “si estuviéramos en una comedia seríamos rivales a muerte”.

Respiré y, con calma, le expliqué a mi hija que en la vida real las mujeres no son enemigas. Y como ejemplo le recordé a las amigas de mamá, que ella bien conoce.

Desde niñas nos lavan el cerebro para hacernos creer que las mujeres son problemáticas y perequeras entre sí. “Prefiero amigos hombres que mujeres”, es una frase común.

Sí, puede haber enemistad, e igual puede haberla entre hombres. Claro que hay mujeres que no se aguantan. Pero no está en los genes femeninos vivir con una ceja arqueada y malvada, intrigando contra otras. A tal punto hemos llegado con esta creencia, que existen refranes como el mexicano: “Mujeres juntas, ni difuntas”. Me parece terrible.

Hace unos años, el grupo Voces Vitales me invitó a ser jurado de un concurso. Desde entonces he asistido a diferentes charlas y otros encuentros. Es un grupo fantástico de mujeres que ayuda a otras con mentorías y con un programa social que ofrece a madres adolescentes una segunda oportunidad para estudiar y fortalecer su autoestima.

Tanto entre las participantes como entre las organizadoras he visto crecer nuevas alianzas y proyectos.

La actitud lo es todo, es una iniciativa de Dixania Véliz de Azcárraga. Con esa frase empezó a convocar a sus amigas y ellas le ayudaron a convertir su idea en un movimiento. Una vez al mes escogen un tema para compartir, reír y crecer. Puras mujeres en un ambiente de confianza. Eso es la mentada sororidad.

No puedo olvidar que mi mamá vino a Panamá sola. Cuando nací, la ayuda se la dio una vecina de edad avanzada. Otra mujer que apenas la conocía.

La próxima vez que piense que la peor enemiga de una mujer es otra, recuerde a sus amigas, a sus colegas, a sus vecinas o a usted misma, aconsejando, auxiliando o animando a otra. Las mujeres sí se ayudan.