El título de esta columna es una frase que me pone los pelos de punta. Me enoja que, en especial, un periodista escriba en sus redes sociales: ‘No se si es verdad, pero esto me lo mandaron...’: acto seguido comparte un contenido sensacionalista, perturbador, posiblemente difamatorio de una persona o un país.
Compartir alegremente ese tipo de información/desinformación nos convierte en parte del problema.
Panamá vive un momento que no esperábamos a estas alturas. Uno en que se nos cuestiona nuestra soberanía. Yo apenas puedo hacerle entender a mi hija que antes los panameños no podíamos pisar Clayton o el Causeway sin ‘un permiso’ y es que para ella eso hoy no tiene sentido.
Pero resulta que de repente se duda de nuestra capacidad y hasta se nos denigra como panameños. ¿A Panamá se le regaló el Canal a cambio de centavos? ¿El Canal es controlado por fuerzas ajenas? ¿El Canal nunca se le debió dar a los panameños? Dicen hoy con la boca muy dura las principales autoridades de los Estados Unidos.
Las redes sociales que hoy permiten voz a muchas personas –y eso está muy bien- también amplifica miedos, sesgos y facilita aquello de que una mentira repetida cien veces puede parecer una verdad.
En la escuela de periodismo había profesores que nos hablaban de ‘contar la verdad’, pero la mayoría nos insistían en ‘verificar hechos’. Hay una gran diferencia allí, que yo la vine a descubrir durante el ejercicio del periodismo. Siempre hay varias partes de una historia y varias verdades por eso en esta profesión nos pedían indagar tanto como fuera posible en esas varias versiones.
Los seres humanos no vemos el mundo como es, si no como somos.
Hay para quienes su equipo de fútbol, su partido político, su religión es su única verdad. Eso usted no se los venga a desmontar con hechos.
Cuando alguien dice que el Canal fue regalado a Panamá no usa hechos, usa slogans, y no de manera inocente.
Siempre debemos, hasta donde podamos, mirar los hechos: ¿cuál es la historia del Canal? ¿Qué significó para el istmo y su gente tener casi cien años (1904-1999) de presencia estadounidense en Panamá?
Fue una relación compleja y llena de grises.
Es un momento para repasar nuestra historia. Buscar diferentes fuentes, reflexionar en quiénes somos y cómo hemos llegado hasta aquí. Pero evitar quedarnos con ‘lemas’ o una frase que no tiene fundamentos.
Panamá y los panameños tenemos muchos desafíos y mucho trabajo por hacer y mejorar nuestras condiciones de vida, pero no es cediendo nuestro país o quedándonos callados ante las mentiras que vamos a encontrar una solución mágica.