Diciembre está comenzando, pero hace rato he desempolvado mi lista de canciones navideñas.
Entre ellas no me falta, desde hace unos años, el famoso disco de salsa Asalto Navideño de Willie Colón y Héctor Lavoe. De joven, esta música me hacía revirar los ojos. No me parecía mi estilo, la sentía pasada de moda. Ahora me recuerda las navidades en la Calle 7ma de Panamá Viejo, el ajetreo de los almacenes en la Ave. Central y los viajes decembrinos en los buses diablo rojos.
Incluso me recuerda a mis primeros años de periodista, era la música que oían mis colegas mayores, esos que me decían pelaíta. Con esas memorias amarradas, claro que ahora sí disfruto esa música.
Oyéndola, me he dado cuenta de que este año tendremos que alterar las letras de los villancicos. Serán fiestas con distanciamiento social, con aquí se rompió una taza y cada uno para su casa.
Mi tía María, de Ismael Rivera, podrá quedarse para ella solita todo el pitorro o ron que guardaba bajo e la cama. No bebía en todo el año pero en esa canción se cogía una juma, con toditas sus amistades. Aunque rezongaba porque ellos no trajeran su propio licor. Este año no tendrá ese problema.
No hay cama pa’ tanta gente cantaba El Gran Combo en 1985 y hoy es vigente. Es un tema donde los invitados se limpian con la cortina y dejan el baño como piscina. En realidad cama solo hay para los que viven en casa, la burbuja familiar. Y no entran allí hermanos, sobrinos y nietos que convivan en otro sitio lugar.
Néstor Zavarce en Faltan cinco pa las 12 decía: el año va a terminar, me voy corriendo a mi casa a besar a mi mamá. Este año que no lo haga. Mejor llámela por teléfono o videollamada y demuéstrele así lo mucho que la quiere, cuidándola.
Si desea dedíquele, a la distancia, El brindis del Bohemio. Ese larguísimo poema de Año Nuevo que saca mocos hasta las piedras. Yo lo escuchaba en Omega Stereo. Después que todos alzan la copa por sus musas, el bohemio brinda por su madre y arranca a decir un ramillete de versos hermosos y melancólicos a la autora de sus días; pero pensándolo bien, muy sinvergüenza era ese hijo que nunca sacaba tiempo para irle a decir esas cosas en persona. Que no sea este Año Nuevo que le de por aparecerse.
Contradeciré a aquel que cantaba Ven a mi casa esta Navidad. ¡No vengas! Ni inventes. Mejor nos quedamos con aquello que interpretaba Marco Antonio Solís, el Buki, Llega Navidad y yo son ti.
Sí, de algo todos tenemos que morir. Pero segura estoy de que esa frase no saldría tan fácil de ninguna boca con un respirador o si tales palabras estuvieran en la misma oración que el nombre de un hijo o el de un padre.
Dejemos entrar a casa al Buki, a El Burrito Sabanero, Mariah Carey, Michael Bubble y Dolly Parton. Vengan, pero solo a través de sus canciones que nos acompañan y alegran el corazón. Así podremos decir ¡salud!