Entró al gran salón como un rock star. La gente se levantó, aplaudió, gritó, y aún no había arrojado al público un billete de 100 dólares. Más tarde lo haría.

Íbamos a escuchar al gurú Jurgen Klaric, no hablaría sobre neuromarketing, el tema por el que es famoso, sino sobre cómo conectar con el dinero.

A mi alrededor había cientos de personas libreta en mano, listas para aprender. Jurgen ha contado, y esa noche lo repitió, que dos veces fue millonario y las dos lo perdió todo. “Era mente pobre”, afirma. El libro Los secretos de la mente millonaria, de T. Harv Eker, le ayudó a abrir los ojos, y a dejar de comprar en el mall hasta que cerrará las puertas.

“¿Les gusta el dinero?”, preguntó a su público, que tibio respondió “sí”. “No creo que les guste. Les gusta lo que puede comprar”, dijo.

A mitad de la conferencia lanzó un billete de 100 dólares al público, y después de que llegara a manos de una muchacha, él se dirigió a un joven: “El billete te pasó al lado, ¿por qué ni te moviste?”. Respondió: “No era para mí, si fuera me habría tocado”.

Miro a la sala para sentenciar: “Ese es típico pensamiento de mente pobre. Si hay 100 dólares cerca, yo me lanzo a buscarlo”.

Jurgen vestía una camiseta negra con un billete al frente envuelto en plástico, y se leía “rómpase en caso de emergencia”. Adentro había 100 dólares o un “benjamín”, como él les llama.

El dinero es malo, sucio, los millonarios son corruptos, los ricos también lloran… son las ideas —de mente pobre, dice Jurgen— que aprendimos en casa.

Añadió que dejáramos de creer que nacimos pobres y así moriremos; que la vida no es algo que nos pasa, sino algo que hacemos; que veamos el país afortunado que nos tocó -y sí había oído aquello de que “la cosa está dura”, y aunque no lo dijo, seguro pensó: “esta gente en Panamá es de mente pobre”.

Ha diseñado un edificio y lo va a vender en Panamá a partir de agosto y, por supuesto, invitó a invertir en él. Vender es su otra habilidad.

Comprar por comprar, gastar lo que no se tiene, también es de mente pobre. No hay que gastar, sino invertir.

Invitó a pensar en grande, a usar la tecnología, a hackear (cambiar) los negocios, a generar contenido y crear seguidores que se conviertan en clientes. Blockchain, coworking e inteligencia artificial son los otros ingredientes clave de los negocios de hoy.

En un momento, dijo: ¿Quién quiere regalarme 100 dólares? Diez se levantaron. Siete los tenían en la mano -una era la persona a la que él se lo regaló-. Jurgen se quedó con el billete de una persona y le dijo: “te demostraré la energía del dinero”, y le devolvió 200 dólares.

El dinero atrae dinero. Según Jurgen, todos pueden ser ese imán. ¿Será?