Hace unos días, como a las 7:00 p.m., estaba en el trabajo cuando en una oficina vecina escuché esta conversación: – Pon la televisión que viene el debate. – ¿Qué debate?, dijo alguien con escepticismo. – ¿Otro debate?, atajó otro con espanto. – Ay no, añadió alguien más con hastío. – Yo me voy, agregó una agarrando la cartera y poniendo a salvo su noche.
Solita en mi puesto, sonreí.
Ustedes nos disculpan, no es que seamos poco serios, es que somos de carne y hueso y entramos en la amplia mayoría de panameños que después del debate del agro, de los vicepresidentes, de los alcaldes, del turismo, de la educación… nos preguntamos ¿hasta cuándo?
Me parece que una muy buena idea, como lo es escuchar a los candidatos en diferentes temas, se ha desvirtuado por repetitiva. “Bueno es el culantro, pero no tanto”.
La política es el tema del momento. Ese mismo día, una colega de otro medio de comunicación me contó que su hija le había pedido no votar por fulanito de tal. ¿Tu hija? ¿Tu hija de 8 años?, le pregunté.
Y pasó a explicarme que cada vez que la pequeña ve sus videos en Youtube de comiquitas o huevitos sorpresa, le aparece un candidato. No les diré cuál.
Los políticos panameños nos han saturado la internet. Nos salen en Facebook. Se asoman en Twitter. Nos interrumpen Youtube. Lo que no saben es que hay un cuadrito con una X y hay una ventanita en que se lee “omitir aviso”. Hasta una niña de cuatro años ya sabe darle clic. Y chao.
Otro amigo, que es dueño de un programa de radio, me manifestó que estaba muy molesto porque los políticos todo el presupuesto de publicidad se lo daban a las redes sociales. “O sea, la plata nada más se la dan a Facebook”. Por eso, una colega me comentó que cuando un político le invita a un acto, le responde: “Invita a Facebook, dile que te entreviste. Dile a los de Youtube que te saquen”. Bueno, traté de explicarle el alcance de las redes sociales. Pero ella estaba muy enojada. Casi rompemos palitos ese día. Me insistió en que la publicidad toda se la han regalado los políticos a Google, y nada para Panamá.
Como ya no quiero problemas, he decidido alejarme de la política. Pero me cuesta. Hace unos días quedé en un taxi donde el chofer le decía a otra pasajera que no creyera en “falsos independientes”, que “no tienen estructura para gobernar”. A lo que ella le respondió: “¡Prefiero a uno sin estructura que a otro que solo la usa para robarnos. De eso ya tuve suficiente”. Los ánimos están que arden.