Tengo una amiga a la que le preocupan los problemas sociales y los derechos de la mujer. No teme remangarse y hablar de política en su twitter o en un programa de radio. Además, le encanta, corrijo, le fascina el maquillaje. Ella sabe lo último que hay en el mercado, lo compra y lo usa. ¿Cómo así? ¿A ti te gusta el maquillaje? Le pregunta uno que otro amigo, hombre, por supuesto. Pero ¿qué tiene?, dice ella.

Les presento uno de los nuevos mitos: que las mujeres que piensan, que están informadas y que tienen la cabeza bien amoblada no se maquillan. Y si lo hacen, es por obligación. Tampoco les gusta vestirse bien. Eso es para los y las que no tienen nada en el cerebro.

Que las mujeres lograran entrar a la universidad, conducir una grúa, dirigir un equipo de ingenieros o pilotar un avión fue una conquista que no tomó un día. Hasta hace poquito había quienes eran capaces de pararse de la camilla en una sala de cirugía y decir: ‘a mí no me opera una doctora, traigan a un doctor’. Y no se sorprendan, porque aún hoy hay quienes no confían en una mujer taxista, si las mujeres no saben manejar, dicen.

Otra gran lucha femenina es ser tomada en serio. Y tenemos la idea de que si una mujer se preocupa mucho por su apariencia o, ni Dios quiera, es bonita, muy inteligente no debe ser.

Error. Las mujeres merecen ser tomadas en serio. Sin importar qué usen. Y así como defiendo a la mujer inteligente que no pretende ni le interesa ser una reina de belleza —no es menos mujer la que no se pinta la cara— pues también defiendo a las que sí quieren hacerlo.

Años atrás, para ser tomada en serio había que vestir con traje sastre en las reuniones corporativas. Hoy las mujeres ejecutivas usan vestido de flores, si quieren, llevan un collar lindo. Las mujeres no tienen que vestirse solo de azul y negro para ser competitivas.

La próxima vez que veamos a una mujer no la juzguemos por cómo se viste. Tampoco la juzguemos por si sabe o no de moda.

Veamos qué es lo que dice, cómo piensa y sobre todo lo que es capaz de hacer. Una mujer lista no tiene que usar zapatos sin gracia, si no quiere.