— Tus respuestas en Whatsapp son como antibióticos. — ¿Cómo así? — Llegan cada ocho horas.
Este chiste, que leí hace unos días, no tiene ninguna gracia para el que en este mismo momento está esperando y esperando a que le contesten un mensaje por teléfono. No, no es gracioso.
Podía ser peor. Hay antibióticos que se toman cada doce horas. Y también hay personas que hacen llegar sus respuestas a ese ritmo. Con suerte.
Tenemos que dar gracias porque hoy es más fácil comunicarnos. Pero también son más fáciles los malos entendidos. No contestar un mensaje enseguida es considerado, por algunos, como un desaire.
El tiempo que la tecnología, supuestamente, nos ahorra, lo gastamos en imaginar cosas: “¿será que no me quiere responder?”, “¿Hice algo que le molestó?”.
Creo que la razón de estas confusiones es que no hay una etiqueta sobre las conversaciones por mensajería instantánea. A veces cuando me despido de alguien me pregunto cuántas caritas felices debo poner, antes de no escribir más.
En el siglo pasado se estilaba llamar por teléfono solo después de las 8:00 a.m. y solo hasta las 7:00 p.m. A las oficinas no se llamaba después de las 6:00 p.m. Tampoco a la hora del almuerzo. Nadie respondía.
Ahora la gente considera que está bien enviar chats domingos, sábados en la tarde o a las 9:00 p.m. de cualquier día. Lo hacen porque del otro lado alguien les contesta.
Tampoco está definido cuán largo deben ser los mensajes. El sentido común diría ni largo ni corto, lo necesario. Pero cómo saber eso qué significa. En estos días escuché a alguien quejarse porque había una persona que solo le respondía con emoticones o caritas felices los largos mensajes que le enviaba.
Mientras unos se desviven con sus mensajes detallados y perfectamente bien escritos a otros les basta con responder: ‘ok’ o mandar un gif, que es como un muñequito con movimiento. Y no siempre es porque le caiga mal el interlocutor. A algunos no se les da tan bien escribir, otros no ven las letras y se niegan a usar lentos, algunos tienen a un bebé al lado clamando por atención y entonces ponen algo rápido para salir del paso.
Son tantas las cosas que pasan en la cabeza y el entorno de las otras personas, que ni vale la pena ponerse a imaginar tramas y dramas.
Por otro lado, este año hemos tenido días en que a veces no hay suficientes ánimos o ganas de responder ni siquiera con un pulgar arriba a los memes o mensajes reflexivos que se reenvían de chat en chat.
La reacción ante un mensaje corto o a una ausencia de mensaje, a veces, debe ser paciencia.