Y2K. Esas siglas no le dicen nada de nada a quienes nacieron en el año 2000. Para el resto, los que ya votábamos, eso era parte del apocalipsis que se nos venía.

Según el fallo informático Y2K, las computadoras no iban a entender lo del cambio de siglo y todo sería un caos. Llorábamos por la información que perderíamos. Y eso que los teléfonos celulares de entonces solo servían para llamar. Nokia era el mejor. Blackberry acababa de aparecer; faltaban cuatro años para que naciera Facebook y siete para que existiera un iPhone.

Pero el fatalismo del año 2000 empezó para mí en las banquitas de mi escuela Sara Sotillo, en la década de 1980. Imaginábamos el nuevo siglo emocionados con carros voladores y con la anhelada entrega del Canal de Panamá, pero a la vez nos daban miedillo las profecías de Nostradamus y la posibilidad de que al final los gringos no se fueran. Aunque algunos querían que se quedaran. Muchos decían que al 2000 no llegábamos. El mundo haría kaput.

Pero llegó. Y trajo esperanza. Recibimos el Canal con un fiestón. Había en el país un aire de progreso. Panamá figuraba en los titulares internacionales por tener su primera presidenta, Mireya Moscoso.

Ese año fue inaugurada la terminal de Albrook, que cambió la forma en que la gente se transportaba. Aunque hubo quejas por tener que pagar un real para usarla entonces. Pero también quienes conducían su carrito veían cambios: hacía dos años había corredor Norte y ese año hubo corredor Sur.

Celebramos el Censo de Población. Aún no llegábamos a los tres millones de habitantes. Hoy somos cuatro.

El mundo celebró las olimpiadas en Sídney. Los niños conocieron a Dora la Exploradora. Los adultos, a un señor llamado Vladimir Putin, nuevo presidente de Rusia.

A los Grammy llegó Jennifer López con un vestido verde de Versace tan revelador que el mundo quedó hipnotizado. ¿Sabían que los creadores de Google perfeccionaron su buscador de imágenes por ese vestido? Se dieron cuenta de que la gente también quería encontrar fotos en internet. Sí, aunque no lo crean, antes lo único que te aparecía era texto.

Se me quedan muchos hechos por fuera. Lo sé.

Niños del 2000, felicidades. Han crecido. Ustedes son el símbolo de la esperanza. Como dice mi mamá, el mundo no se acaba, nos acabamos nosotros. ¡A vivir!