Algo muy raro debo tener porque me encanta colocarme mis audífonos y escuchar música solo para mí. Para nadie más. Fue una manía que adquirí en la adolescencia. Sí, justo en la época en que más música escuché. Me sobraba el tiempo libre y ni lo sabía.

Mi romance con los auriculares era tal que bastaba con ponérmelos para enseguida desconectar con el mundo y conectar con mis cantantes favoritos.

Lo repito soy egoísta cuando se trata de disfruta, en público, música en el teléfono (que es ahora donde más la escuchamos). También cuando se trata de disfrutar de un audiolibro o una conferencia en Youtube de Marian Rojas Estapé ¿la han oído?

Si acaso fuera yo de las que gusta de ver partidos de fútbol, retos de baile en redes sociales o gatitos cantando bachatas también los escucharía con audífonos. En el caso muy improbable de no llevar audífonos lo escucharía a un volumen muy bajito o mejor lo escucharía después.

Alguno pensará que es obvio lo que digo y que escribir al respecto sobra pues lo normal es que todos usen audífonos para oír su música, sus charlas motivacionales, sus predicas religiosas o el juicio de Johnny Depp.

Pero no es así. Tengo pruebas. Siéntese en cualquier sala de espera; súbase al Metro o al Metrobus; métase en un ascensor lleno de gente, aguarde en una fila para sacar una medicina o una cita en la Caja de Seguro Social y le apuesto que encontrará a alguien escuchando muy alto su teléfono.

No estoy en contra de llevar consigo la música (suena como un aviso noventero ¿verdad?) Hubo un tiempo en que la moda era cargar al hombro para arriba y para abajo una radiocasetera y poner música a todo volumen de Nando Boom.

A veces siento que hemos retrocedido en el tiempo a ese tiempo, previo a los auriculares.

Tal vez quienes fuerzan a otros a escuchar lo que ellos quieren escuchar solo quieren compartir con el mundo su gusto musical, quizás perdieron los audífonos y se niegan a comprar uno, están en su derecho, pero no tienen derecho a perturbar a los demás.

El Metro de Panamá, buen ejemplo de urbanidad, tiene entre sus avisos: “por favor use sus auriculares”. La misma recomendación se da a entender en los autobuses de Mibus.

Pero esas recomendaciones fueron escritas por puro gusto. Entran por uno y salen por el otro oído. Oídos que deberían utilizar los auriculares.


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