La respuesta al titular de la pregunta es sí. Siempre y cuando se reflexione sesudamente sobre la importancia de la felicidad.

Pero si el tema cambia de rumbo y quedamos hablando del Ministerio de la Felicidad, la cátedra universitaria de la felicidad o el PIB de la felicidad, más rápido que ligero todas las cejas se levantan y alguien dice: paren ese relajo.

Estoy leyendo por estos días el libro del autor argentino Andrés Oppenheimer titulado ‘Cómo salir del pozo’, aunque bien le pudo haber llamado en busca de la felicidad, estoy segura de que no se quiso arriesgar a no ser tomado en serio.

El autor parte de la premisa de que hoy la gente es más infeliz que hace, póngase 50 años. Sí, hay más remedios, más sabores de crema dental, millones de videos de tiernos gatitos en internet. Pero eso no nos ha hecho más felices.

Oppenheimer suele hacer sus libros viajando por el mundo. Sí, la clase de ideas que uno dice por qué no se me ocurrió a mí. Así, por ejemplo, cuando escribió de educación se fue a los países con los mejores sistemas educativos, pero también fue dónde estaban los peores.

En esta ocasión viajó a diferentes lugares donde la gente, según los índices -que los hay de estos temas- son más felices.

Panamá suele aparecer bien en esos índices de felicidad. Cosa que pone muy enojada a mucha gente que empieza a rezongar: ‘felices de qué, ¿del alza de la luz? ¿del tranque?...’ y por allí se van.

Lo cierto es que América Latina suele aparecer entre los países con la gente más alegre, pero eso no significa la felicidad.

Definitivamente los gobiernos tienen que poner atención a la felicidad de la población. Gente más feliz, es gente más sana. Es gente en bienestar. Y eso debemos querer todos.

Y qué hace feliz a la gente: relacionarse con otra gente, es una cosa. La gente que se reune con otras personas por deportes, pasatiempos y hasta motivos religiosos es más feliz porque participa de un grupo, se siente parte de una comunidad, hace actividades con otros.

La gente que vive cerca de áreas verdes también es más feliz. Por ello son importantes los parques cerca, las áreas verdes.

Las personas que tienen fuertes lazos de amistad son más felices, y por eso es importante cultivar esas relaciones.

La vida actual tiene muchas cosas que hace infeliz a la gente: los tranques, el pasar tanto tiempo en un transporte para ir a trabajar o estudiar, el no poder estar más tiempo con sus seres queridos.

En su libro Oppenheimer relata una anécdota de un famoso gurú de la felicidad (no se rían, ni lo menosprecien) quien suele empezar sus conferencias preguntándole a los padres del público: ¿qué quieren para sus hijos? Todos dicen felicidad, amistad, resiliencia, amor. Toda esa lista la va escribiendo en un lado del tablero. Luego pregunta: ¿Qué le enseñamos a nuestros hijos en la escuela? La lista entonces pasa a ser matemáticas, español, otras lenguas, historia... Al terminar ambas listas pide al público que haga la comparación y qué piensen que es lo que no está funcionando.

Para la felicidad no consideramos importante prepararnos.

* Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.

* Suscríbete aquí al newsletter de tu revista Ellas y recíbelo todos los viernes.