En la calle, los que están, se miran con recelo. Algunos con tapaboca muestran ojos de miedo. Nadie quiere acercarse.

Alguien, en Twitter, comparte una foto de vandalismo, de hace dos años, en una abarrotería, y hace creer que es reciente. Muchos mandan vía WhatsApp un audio de quién sabe quien diciendo que el país se va a parar y hay que correr al supermercado.

El 75% corre y se forma un revulú. Más que el niño llora lo pellizcan. ¿Para qué alarmar más?

El coronavirus nos encerró en casa y dejó en la calle los miedos. Y aunque todavía no vemos una luz al final del camino, pasaremos este trago amargo de gel alcoholado si nos calmamos, nos cuidamos y en vez de quejarnos tomamos acción. Y hay quienes ya lo están haciendo.

Doctores y expertos, como nuestra columnista Teyra  Ehlers Bilgray, especialista en propiedad horizontal, ofrecen asesoría sobre los temas que conocen, incluso sin cobrar, en sus redes sociales.

Músicos como la chelista Karina Núñez toca desde su balcón para los vecinos de El Cangrejo. El Ministerio de Cultura se prepara para ofrecer conciertos y presentaciones online. Museos como el Louvre recuerdan que tienen visitas virtuales. ¿No les emocionó el aplauso para el personal de salud, la noche del domingo? Tenemos que repetirlo.

Las integrantes del grupo de bienestar Capacitar me invitaron a una sesión de meditación, vía internet y otros grupos que apoyan a mujeres emprendedoras han hecho reuniones de acompañamiento en la web. Hay mucha gente que desde su campo está orientando, enseñando y ayudando.

Leo que las aguas del canal de Venecia lucen más claras, aunque aún están contaminadas; el cielo de China se aclaró y en Madrid la polución se redujo en 50%, después de tres días de cuarentena. El planeta necesitaba que paráramos. Quizás, también necesitábamos parar.

Sí, yo sé que usted tiene que pagar la hipoteca. Mucha gente está viendo disminuir sus ingresos, empresas pequeñas y grandes se ven afectadas. Hay incertidumbre. Lo que vivimos no es un capítulo de película. No vendrán los Avengers al rescate. La epidemia ha venido a recordarnos que no somos islas, nuestros actos tienen eco. No podemos estar bien si el otro no lo está.

En Italia, que vio morir en un día a 475 personas, la gente cuelga banderas en el balcón y canta el himno nacional. En Wuhan, China -45 días en cuarentena- los vecinos se gritaban de balcón a balcón “¡Vamos a Wuhan!”

Para seguir adelante necesitaremos también coraje. Nos levantamos de la Invasión y del saqueo. Hoy contamos con panameños más educados e informados y con gente que escogió Panamá como su hogar que también tiene talento y quiere a este país. Gritemos y pongamos en nuestro corazón ¡Vamos Panamá!