Solo una vez, en toda esta pandemia,  escuché un termómetro dar alerta sobre una temperatura anormal. Era una señora que intentaba ingresar a un comercio y  le marcaba 34 grados. Si eso era cierto tenía hipotermia.

La señora no sabía que hacer, salió y no quería entrar. Yo que la vi le dije que entrara porque en realidad no tenía fiebre. Si  no lo contrario. En el caso de que eso fuera posible.

Hace varios meses la Organización Mundial de la Salud advirtió que medir la temperatura de las personas no era una forma efectiva de prevenir el coronavirus o detectar que una persona estaba enferma. Y es que no todos los contagiados presentan fiebre ni todos los que tienen fiebre están contagiados.

Y sí, es verdad: estamos cansados de que digan una cosa y después otra. Pero recuerden que este virus es nuevo y hoy sabemos más de él que ayer. Tiene sentido que las recomendaciones cambien.

Por eso fue bueno escuchar a las autoridades de salud, en Panamá, decir esta semana que eliminaban esa medida. Casi que nos habíamos acostumbrado a ser escaneados en el supermercado, la farmacia, el consultorio médico y hasta en la lavandería.

Al comienzo todo era muy estricto. Que no osara alguien entrar a un local sin pasar por el termómetro, enseguida se oía una voz o un llamado de atención del agente, portero o guachimán parado en la puerta: ‘señora, señora…. temperatura’.

Usualmente se usaba un medidor de temperatura puesto en un pedestal. En algunos comercios una persona, que no siempre amable o tal vez cansada, era la responsable de poner a uno el sensor en  la frente, la muñeca o hasta en el cuello. Coronavirus, cómo nos dejaste.

Últimamente, hay que decirlo, la medida se había flexibilizado. A veces los clientes entraban ansiosos  buscando el termómetro, pero estaba dañado ¿y el gel alcoholado? ya se había agotado. Ojo que todavía hay que lavarse las manos.

No ha faltado quien ha dicho ¿y cuando eliminan las mascarillas? No confundan la velocidad con el atropello, que muchos de los países que se apuraron por suprimirla tuvieron que volver a ponerla. Y es que los tapabocas, aunque aprieten e incomoden, siguen siendo importantes para prevenir la propagación del virus. Ojo, que tampoco actúan solos. Hay que usarla bien, guardar la distancia y seguir lavándose las manos.