En Panamá conocemos el mafá desde el año uno antes de Cristo. Bueno… desde que llegó el primer chino con un pedacito de masa entorchada frita en su morral en 1854 y nos fue contagiando a todos de la afición de comerlo cualquier día a cualquier hora. Es más, muchos panameños, por no decir todos, están convencidos de que se inventó en esta tierra istmeña.
Como suele suceder con casi todo, el mafá ha evolucionado con el tiempo y hoy en día los encontramos más grandes que aquellos con los que crecimos. Me parece, pero no podría jurarlo, que siendo niña el mafá que encontrábamos en las tiendas de chinos solía venir en paquetes de dos unidades y eran más pequeños que los que se venden hoy, largos y en generalmente en paquetes de cuatro unidades.
Hace unos días se me antojó que quería hacerlos en casa y me puse a buscar recetas. Fue entonces cuando descubrí su verdadero origen. Lo reconozco, era una ignorante con respecto a todo lo relacionado con este delicioso snack. Aunque delicioso no es necesariamente un adjetivo que se aplica a todos los mafás que encontramos en el mercado. No es ningún secreto que los hay muy malos también.
En mi libro los malos son aquellos que están demasiado duros para comerlos cómodamente. Son los que más que merienda amable son “rompedientes”. Y estos los pongo en la misma categoría de aquellos en que se siente el sabor a un aceite casi rancio y utilizado demasiadas veces.
Pero ¡uffff! Cuando uno encuentra uno de esos fabricados con una masa liviana, crujiente, tostadita sin estar quemada en la que el sabor a aceite es inexistente, el paladar viaja al mismísimo cielo. Tengo la idea de que luego de su tremenda popularidad el mafá cayó en una especie de olvido. No es que desapareció, se veía en las tiendas, pero no era tan popular como su compañero el “salao” que ahora se vende de muchas formas y sabores.
Pero como la minifalda, de repente el mafá ha tenido un resurgimiento fabuloso. Está en todos los supermercados; hay suficientes marcas para escoger según la apariencia que más nos tiente y, pues, con esa variedad vienen las pruebas y la escogencia de los favoritos.
Como mencioné al principio el nombre original es mahua, escrito a veces con acentos distintos en ambas aes. Originario de Tianjin, se habla que se originó hace más de dos mil años. Hay diferentes versiones acerca de sus orígenes y una es que con motivo de la celebración de un festival durante el cual se prohibía el uso del fuego se creó este bocado que permanecía fresco por varios días. La palabra mahua significa flores entrelazadas y en algunos casos se ve como símbolo de unión. Se dice que el mafá más famoso de Tianjin es el Mahua de la calle 18. Habrá que ir a probarlo.
Yo ando en la pesquisa, no solo de encontrar una buena receta, sino también de encontrar la forma de hacerlo cubierto de dulce como aquel que encontraba los jueves en la gran tienda del barrio chino. Si alguien lo conoce, por favor avise que el antojo es grande.