Llevo ya un par de meses muy nerviosa por asuntos de aparatos, específicamente, de mi computadora. Me imagino que a estas alturas ya ustedes saben muy bien los vínculos que desarrollo con cada una, pues gran parte de mi vida revolotea alrededor de la computadora ya que ella contiene la mitad de mi vida… o más.

Entiendo que la tecnología progresa a pasos agigantados y todo lo que depende de ella puede quedarse obsoleto más rápido que digamos… hace diez años, sin embargo, como mi mente no puede progresar a la misma velocidad que la tecnología -para aprender cosas nuevas- cuando cambio de computadora lo hago con la ilusión de que me funcione adecuadamente por años y años.

Me acostumbro al tamaño, al teclado, al lugar donde encuentro las funciones que más uso y, aunque suelo gastarme la memoria más rápido de lo que debería, voy buscando fórmulas para expandirla de forma “viajera” y así poder llevar toda mi basurita de un lado para otro.

Mi fiel Asus, la segunda que tengo como en quince años porque son capaces de resistir todos los embates a los que son sometidas solo por vivir conmigo, sufrió un pequeño desperfecto en una bisagra; y por más que traté de encontrar un repuesto, no pude. Al tratar de arreglar eso se afectó el Wi-Fi y tuve que añadirle “una muleta” para que funcionara. Bien, mi amor por ella me dio la paciencia para vivir con el checherito. Sin embargo, me empecé a poner nerviosa.

¿Qué tal si estoy de viaje y el asunto no anda? ¿Qué tal si le falla algo más? Cierto que tengo backups de backups de backups, pero no pueden viajar conmigo. Ocurrió pues que con el dolor de mi alma empecé a buscar reemplazo. Como no soy experta de expertas, me tomó mi buen par de meses. Ya saben, hay que aprender ese lenguaje de letras y números que indican qué es lo que tiene o deja de tener una computadora.

Hice una batería, se podrán imaginar, porque imposible recordar tanto significado. Y luego de armarla me limité a buscar equipos que estuvieran dentro de esos parámetros. No fue fácil porque en siete años que tiene mi viejita adorada muchas cosas han evolucionado y ahora las laptops -al igual que los celulares- tienen un millón de cosas más. Además de que siempre surgía la pregunta necia que hace que comprar sea un proceso demorado para mí: ¿la necesito… justo ahora? Pero llegó el día en que el espejo se puso rebelde y solo podía moverme tocando la pantalla. Ahí sí “paniquié”. Se arregló, pero yo no.

Apuré el proceso hasta reducir las opciones a dos: una Asus y otra. Lo pensé y lo pensé y lo pensé y finalmente decidí traicionar a las Asus y me fui por la otra. Es un poco más grande que la anterior por lo que tengo que ver qué tal viaja, aunque para trabajar en casa se siente muy bien por aquello de que uno cada vez necesita que todo luzca más grande. Está supuesta a ser un avión en velocidad y me debe caber la mitad de mi vida que me falta por recorrer dado que tiene una memoria enorme.

Es muy temprano aun para decirles si la llegaré a querer tanto como a mis Asus o si renegaré de mi decisión por los próximos siete años así es que no les contaré todavía cuál elegí. Me parece injusto calificarla con tan poco tiempo de uso. Ya veremos.