Parece mentira que ya hayan pasado casi 10 meses desde el diagnóstico. Creo que el mes de octubre nunca volverá a ser igual, porque en 2017 cambió el rumbo del caudal de mi vida. Ese 22 de octubre en el que sentí que el mundo se me hundía por unos minutos, pero que rápidamente comprendí que todo estaba pasando por un “para qué”…

A través de estos meses, los cuales ansiaba que pasaran rápido, he tenido la oportunidad de conocer gente realmente maravillosa. Gente que de alguna forma me fue acompañando en el proceso, que me dio fuerza para seguir, alimentando mi actitud que hacía valer cada uno de mis looks, porque sabía que me esperaban cada viernes en el consultorio.

Mis amigas con propósito son aquellas que le dieron vida a María Antonieta haciéndola real, ayudando a identificar esa misión que siempre anhelé, pues ahora mi vida tiene un propósito también.

Pasé de ser una persona bastante privada, a revelar los secretos más íntimos durante el proceso, el cual iba documentando en redes sociales. Hoy más que nunca estoy pendiente del celular por si mis compañeras de lucha tienen alguna duda y poder contestársela lo más rápido que pueda; es lo mínimo que puedo hacer, pues ahora me toca a mí ser recíproca. Algunas me han escrito solo para que les dé una palabra de aliento, otras para que les explique el paso a paso de los tratamientos; otras solo para que les dé consejos de los cuidados de belleza, y otras solo para darme ánimos.

María Ale, Jackie, Erika, Sandra, Dania, Viviana, Ricardo, Bolívar, Itzel, Emmy, Hildergart, Ana Lucrecia, Lorena, Evelyn, Vielka, Irma R., Irma C., son solo unos de los nombres que me vienen en este momento a la mente. Ellos son mis amigos con propósito, gente que compartió mis miedos, pero también las esperanzas de salir adelante, ellos me daban ánimo si lo necesitaba, empujando cada uno de mis pasos, y algunos alimentando mi espiritualidad. Por ellos me levanté, por ellos seguí y llegué hasta aquí.

Estos meses han tenido muchas enseñanzas, pero cuán afortunada me siento de haber agregado una categoría tan valiosa a mi lista de amistades. Puede ser que no nos conozcamos suficiente, que no sepamos cuáles son nuestros gustos, cuál es nuestro color favorito o cómo pasamos el tiempo libre… pero compartimos un lazo, uno que nos amarra desde el corazón y que cada vez que conversamos o nos escribimos, le da calor al alma.

¿De qué realmente sirve tener gente a nuestro alrededor si no podemos hacer algo auténtico por ellas? ¿De qué sirve el mantener una amistad vacía a través de los años?

Hoy le doy honor a mis nuevos amigos con propósito, porque además de que forman parte de una misión, forman parte de las bendiciones con las que Dios me enfrenta todos los días.