Desde que comenzó este proceso, el rojo dejó de ser uno de mis colores favoritos. El solo verlo me recuerda una serie de síntomas que ahorita no quiero ni mencionar. Sin embargo, hemos terminado esta primera fase.
Para la cuarta quimio he llegado muy débil; me han tenido que colocar dos inyecciones para subir las defensas, nada del otro mundo; ya que me doy cuenta de que están abajo cuando me hago el examen de sangre cada tres semanas. Pero los síntomas han cambiado un poco.
Ahora lo que siento, adicional a la debilidad, es un ardor tremendo en los ojos, propio de no tener vellosidades que los protejan, por lo que vivo con lágrimas artificiales para mantenerlos hidratados. He tolerado bien la alimentación y ha disminuido el after taste, pero me han tenido que bombardear nuevamente con medicamentos para contrarrestar los síntomas.
Para la tercera semana comenzará a regenerarse el cabello y comenzará otro tratamiento de 12 sesiones aplicadas semanalmente, cuya sintomatología debe ser muy diferente a la primera. Es más, el doctor mencionó que solo le da al 20% de los pacientes; lo que él no sabe es que probablemente esté dentro de ese porcentaje.
El doctor y la nutricionista están contentos con los resultados hasta ahora porque no he perdido casi nada de peso, la piel no se ha manchado y he tolerado los medicamentos relativamente bien.
Quiero mencionarles varias cosas: Quizás he sido dichosa, quizás mi genética respondió mejor de lo que se esperaba, pero la realidad es que tengo varios años de alimentarme bastante sano (en su momento para mantener el peso y tratar de mantener una vida poco sedentaria). No me malentiendan, no soy ni atleta ni “crossfitera” ni nada parecido, pero por lo menos trato de mantenerme activa caminando o trotando para que “dizque” la osteoporosis no ataque mis huesos por eso de la menopausia.
En el tema de la piel, ya les conté mi rutina de belleza en un post anterior. Desde los 15 años mi mamá me dio mi primer humectante y nunca lo dejé, pero estoy fielmente convencida de que lo que más me ha ayudado en este momento fue el aceite de coco y el protector solar.
No siento que el tiempo haya pasado volando, pasó cuando tenía que pasar. Cada tictac me ha permitido digerir los cambios, me ha permitido aprender, a tener paciencia, a reinventarme, a eliminar inseguridades, a apreciar los pequeños detalles, pero, sobre todo, a amar a mi familia y a convertirla en el centro de todo.
Ser paciente de cáncer es un paso más en este caminar, pero no hay garantía alguna de que no se repita. Hoy admiro, respeto y honro a todas aquellas personas que han pasado por esto una y otra vez, porque yo no estoy segura de tener la fortaleza de volver a repetir este camino…