Han escuchado la frase, “ya sabes, estoy aquí para lo que necesites”. Es mucho más común de lo que pensamos, ¿verdad? Me llama la atención cuán común la decimos, pero, ¿estamos realmente dispuestos a hacer exactamente lo que la otra persona necesita, en el momento que lo necesita?
Hace muy poco aprendí a tener las expectativas bajas… no me gusta pedir favores, pues no estoy lista para que me digan que no, ya que como nunca los pido, pienso que la gente me va a decir que sí, ¡al instante! Pero la realidad de la vida es diferente. Todo el mundo tiene otras cosas que hacer, otros compromisos, otros problemas, otro centro de atención, ¿por qué el tuyo va a ser prioridad? Tenemos que aprender a no ser susceptibles a esas cosas, a no tomarlo personal, si se puede, bien, y si no, también; en el camino hay que tratar de resolver sin esperar de los demás, para no defraudarnos. Esto suele pasar si tenemos las expectativas muy altas. Sin embargo, esto tampoco significa que si nos dicen que no, es que no somos importantes para ellos, solo que el momento no era el adecuado.
Yo creo saber qué esperar de cada quien, pero a veces me sorprendo. Cuando alguien me pide un favor, yo trato de correr lo más rápido que puedo para poder hacerlo, pero no todo el mundo es así.
Con el tiempo también aprendí que así como hay gente que te puede decir las cosas solo para quedar bien, también hay muchas otras personas que están dispuestas a colaborar de forma genuina, sin pedir nada a cambio. Son esos ángeles que te van apareciendo en el camino, y a veces no comprendemos por qué sucede. Son esas amigas que quieren colaborar de la manera que puedan, que están presentes en tu caminar, quizás más calladas que otras. Son aquellas que no le dan like a todo en tus redes, pero que están pendientes tras bastidores, y que pueden estar tan cerca de ti como una llamada.
A través de los años, yo he sido muy afortunada con la gente que he tenido a mi alrededor. He tenido mis tropezones, pero también he encontrado grandes tesoros en amistades que han permanecido en cada una de mis etapas vividas.
Yo tengo amigas de muchas clases. Vamos a clasificarlas:
La “Efficient party”: Cada vez que he necesitado de ella, no solo resuelve rápido, sino que da todas las instrucciones habidas y por haber para que lo que sea que le haya pedido quede perfecto. La “Forever”: Porque hemos sido amigas de toda la vida, ya no sé ni cuántos años van, siempre pendiente, no importa la hora que la llame o le escriba, ella me va a contestar, porque está al pie del cañón. La “Dear Abby”: Porque te da los mejores consejos de lo que sea que le quieras preguntar, desde amores, trabajos, vestidos, hasta educación y valores, es realmente especial. Las “Care Bears”: Este grupo de amigas, que el calor de su amistad me da en el corazón, no tiene precio. Son divertidas y diversas y procuran por lo menos que nos apapachemos dos veces al año. La “Gossip Girl”: Está siempre está al tanto de lo que sucede alrededor, y con todo. ¡Siempre tiene las últimas de las últimas! La “Comeback”: Esta es otra de mis amigas que llena mi corazón. Tuvimos muchos años separadas por razones que no vale la pena contar, pero la calidez de su amistad, su servicialidad y disposición es algo que no quisiera volver a perder. La “Mentor”: Esta es una de las más influyentes. A ella es la que llamo cada vez que tengo una situación difícil por resolver, pues estoy segura de que siempre me dará el mejor de los consejos. La “Cheerleader”: Es la que siempre está animándome, la que celebra todas mis locuras, aunque no sea partícipe de ellas, aquella que siempre está feliz por todo y me contagia de esa misma felicidad.
Después de escribir esta columna, me imagino que cada una querrá saber su clasificación; lo que ellas no saben es que hay un pedacito de cada una en las descripciones.
#suspendidoseneltiempo @Mariaantonieta_00