¡No se asusten!, ya van a entender el título.

En columnas anteriores les he contado un poco de cada una de las personas que tengo a mi alrededor. He tratado de ser muy discreta para no herir ninguna susceptibilidad.

Hay personas y personajes, unos que se repiten de forma constante y otros que, aunque no los mencione directamente, han tenido una influencia tremenda en mis letras. Uno de estos personajes es mi hijo.

Hace unas semanas, cuando ya estaba cerca de terminar el tratamiento, mi hijo se me acercó, por primera vez en este periodo, para preguntarme varias cosas sobre el proceso. Es un chico brillante; no lo digo como toda madre que exacerba las cualidades de sus retoños, sino porque realmente es así; ahora entenderán un poco.

Él se había guardado hasta ese momento una serie de detalles y preguntas que no quiso hacer antes para no herirme, o quizás porque sentía que estaba muy vulnerable para conversar de sus inquietudes y, totalmente, así mismo era.

En esa conversación, él me hace un comentario que me encantó: “mamá, ¡qué curioso que el nombre de tu columna lleve el nombre de la reina del despilfarro, la reina de la deuda!”. PLOP, PLOP y REQUETEPLOP. Él leyó la razón del nombre, ¡pero hace una asociación con que su mamá es una consumista total! Acto seguido, me dice: “¿te diste cuenta de que en la venta del clóset de María Antonieta había ropa con tiquetes?”, y de nuevo me desmayo porque él NO FUE a la venta ni participó de la organización del todo.

También, me dice: “durante este período te volviste muy egocéntrica”. Después de escucharlo, era justo y necesario hacer varias aclaraciones, a lo cual procedí de forma inmediata a contestarle: “Creo que tienes mucha razón en algunas cosas. En primer lugar, sí me puse muy ñañeca y quería que todo girara a mi alrededor, creo que era propio de los miedos que sentía y de cada uno de los cambios que estaban sucediendo que hacían que me sintiera muy vulnerable, cosa a la que no estoy acostumbrada. No estaba acostumbrada a perder el control, a depender de otros, y sí creo que me puse egocéntrica. Afortunadamente, tu papá me consintió todo lo que pudo, solo para que yo estuviese tranquila”.

“En segundo lugar, efectivamente sí había ropa con tiquetes, cosa de la que me arrepiento, porque toda la vida he comprado lo que he querido y cuando he querido, soy súper antojosa; sin embargo, en este periodo también aprendí a despojarme, por eso hice la venta. Eso no significa que voy a dejar de comprar ni que me dejará de gustar la moda, solo que ahora voy a pensar dos veces antes de comprar algo para no llenarme de cosas innecesarias”.

“Por otro lado, el nombre de la columna no tiene relación con María Antonieta la emperatriz; más allá de que a ella le encantaba estar con el último grito de la moda, su reinado llevó a los inicios de la Revolución Francesa y a su pueblo a la miseria. Yo, en cambio, todo lo que compro, lo hago porque puedo hacerlo, tengo muy pocas deudas y las tengo bajo control”.

Mi hijo me contesta: “ah, entonces tú estás pagando la deuda que ella no pudo, estás redimiendo el nombre de María Antonieta y creaste una revolución en tu forma, retomaste un camino mejor…”.