El edificio donde vive Micaela* está ubicado en una loma. Aprecia la vista de la ciudad que tiene desde su apartamento en el piso 15, pero si hubiera encontrado uno más alto en opción a compra, lo hubiera elegido.
Le encantan las vistas panorámicas. Alrededor de su edificio tiene supermercados, universidades, áreas verdes y paradas de transporte público. En ese mismo PH ya vivía con su esposo en un apartamento alquilado (piso 8) cuando decidieron que era hora de comprar. Ya eran padres de un niño de año y medio.
“Decidimos comprar después de pasar por tres alquileres. Queríamos tener el dinero invertido porque sentíamos que alquilando no se recuperaba”, cuenta Micaela, ingeniera de profesión.
El contrato de alquiler donde estaban viviendo se les iba a terminar y el dueño del apartamento iba a usar su propiedad por lo que no se renovaría el contrato. En ese momento, Micaela y su esposo tomaron la decisión de comprar su propia vivienda.
Visitaron varias opciones en la zona. Llegaron a ver una propiedad más lejos, por la avenida Ricardo J. Alfaro, en un edificio nuevo pero medía menos de 50 mts y el precio era muy elevado. Fueron descartando apartamentos de espacio muy reducido. Ellos necesitaban que las habitaciones no fueran tan pequeñas para que, al menos en la habitación principal, pudiera entrar una cama y una cuna. También buscaban que el ph tuviera área social.
En la búsqueda, encontraron un apartamento a la venta en el mismo edificio donde ya residían alquilados. Tenía lo que ellos como pareja estaban buscando (espacio, un piso alto y en la misma zona), pero el apartamento “requería cariño”. Era de una pareja que se estaba separando. Las ventanas estaban cubiertas con bolsas negras. Micaela y su esposo hicieron una limpieza profunda del piso, ya que las juntas estaban negras. También pintaron todas las paredes.
Negociaron el precio, más dos puestos de estacionamientos.
Se mudaron en septiembre de 2022. En las ventas instalaron mallas y persianas blackout. El apartamento mide 77 mts y tiene dos habitaciones, en la principal tienen su cama, una cuna y un cambiador para su hijo.
La habitación secundaria la usan como oficina. El edificio tiene 30 pisos y a Micaela le hubiera encantado encontrar en un piso más alto, más allá del 20.
* Se cambió el nombre para preservar su identidad.
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