El atardecer de colores en Santo Domingo nos cubría con su encanto caribeño. A 101 pies de altura de una de las calles más movidas del distrito financiero de la capital dominicana, un oasis repleto de flores y naturaleza envolvía una gran mesa de 30 puestos decorada a la perfección, situada en un área abierta coronada con una piscina infinita del hotel JW Marriott.
Esa tarde de encanto era para celebrar: con una garden party JW Marriott festejaba 40 años de ser la marca insignia de lujo hospitalario y tradición; y ELLAS fue invitada especial a esta experiencia en República Dominicana.
Santo Domingo, un destino que se siente en la piel
Un vuelo de dos horas y media separan a ciudad de Panamá de Santo Domingo, la viva capital de la República Dominicana. En la zona de Piantini, a 40 minutos del Aeropuerto Internacional Las Américas y en todo el centro del distrito financiero de la capital, se ubica en el hotel JW Marriott Santo Domingo, que este año celebra su primera década. Esta es una de las 125 propiedades que esta marca de lujo hospitalario tiene en el mundo, incluyendo, por supuesto, Panamá.
Centro colonial de Santo Domingo. Fotografía. Solangel Hurtado Mendoza, enviada especial.
El movido y soleado centro financiero del país caribeño me recibió antes de llegar moderno hotel de 150 habitaciones. La imponente creatura mitológica alada representativa de la fuerza y visión de la marca hotelera, captó mi mirada en la sofisticada y acogedora entrada del edificio que además conecta con Blue Mall, uno de los centros comerciales más exclusivos de la ciudad, al que por supuesto tiene conectividad directa para los huéspedes.
Los invitados al garden party llegamos un día antes de la esperada celebración. La primera noche, JW Marriott nos sorprendió con una cena maridaje a cinco tiempos, con velas en mesa y música de dj en vivo, en la cocina del hotel. Ese fue nuestro primer contacto con la rica gastronomía local por la que se destaca esta marca hotelera.
Al día siguiente la agenda empezaba a primeras horas de la mañana cuando nos dirigimos al vibrante centro colonial de Santo Domingo. El calorcito, la arquitectura y la gastronomía nos envolvió durante las horas de paseo que al final no alcanzan cuando se está disfrutando cada paso.
Sabor isleño
Caía la noche y un refrescante cóctel de la casa y músicos en vivo daban la bienvenida a los invitados a la fiesta de jardín. La mirada y un consiguiente suspiro profundo se escapaban al ver la decoración en madera, verdor y luz tenue del lugar.
JW Marriott Santo Domingo tenía preparado un recorrido culinario para la velada donde los asistentes navegaríamos por el adn gastronómico de la isla caribeña.
Un menú preparado con ingredientes del huerto privado del hotel nos llevaría por un viaje de sabores que quedarían en nuestras mentes para siempre. Productos frescos y hierbas como cilantro, albahaca, romero y más son parte de la siembra de JW Marriott, que se ha caracterizado por su latente compromiso con la tierra y la sostenibilidad.
El cilantro ancho, producto endémico dominicano, fue el hilo conductor de la cena al estar presente en cada plato. Un fresco crudo de róbalo caribeño con hojas de batata fue el primer tiempo. Continuamos con los arancinis de moro negro (un clásico dominicano que combina arroz con frijoles) preparados con chile del jardín del chef. Como plato fuerte, una panza de cerdo confitada con piel crocante durante 12 horas nos cautivó; y el postre, con aroma a cilantro ancho, llegó en una esfera de chocolate crujiente con helado.
La noche caía sobre el JW Marriott que con sus experiencias sensoriales y de bienestar abraza cada sentido del viajero.
Solangel Hurtado Mendoza, enviada especial.
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