Cuando nos volvemos adictos a sentirnos mal por experiencias o relaciones difíciles que nos dejan sintiéndonos inseguros, indignos, no amados o invisibles... Aunque racionalmente no queremos sentirnos así, la avalancha de neurotransmisores experimentada durante estos estados emocionales creó una dependencia química a esos sentimientos y una expectativa emocional.
Luego formamos patrones subconscientes y creencias falsas sobre nosotros mismos, lo que nos lleva a vivir avergonzados, a relaciones decepcionantes o a auto sabotearnos.
Desarrollamos una adicción a la emoción que se une a momentos destacados de nuestra vida, como nuestro primer viaje al extranjero, la fase de luna de miel en una relación o un ascenso en el trabajo. Si bien estos sentimientos son maravillosos en este momento, todavía son parte del ciclo de la adicción, estableciendo un patrón poco realista de intentar lograr una sensación de euforia y luego decepcionarse en la realidad cotidiana.
Este es un patrón de evitación en el fondo, generalmente alimentado por la vergüenza o el miedo, pero a menudo puede ser visto como un tipo de persona que triunfa, que busca aventuras o que es altamente productiva. En cualquier caso, el centro de recompensas en nuestro cerebro todavía anhela un golpe para evitar la realidad de los sentimientos difíciles, como la indignidad.
La adicción emocional a menudo se forma a una edad temprana y se desarrolla a partir de experiencias emocionales con el mundo, y a menudo resuena con estados de ánimo más bajos, como dolor, miedo o inseguridades, en lugar de sentimientos productivos o saludables.
Es importante tener en cuenta que, si bien varias emociones pueden volverse adictivas en última instancia, es posible recuperarse con trabajo profundo, de patrones emocionales difíciles que nos impiden afrontarlos de manera saludable para dejar de crear auto sabotaje e incrementar así la autoestima.
Aunque estos sentimientos son difíciles por naturaleza, se vuelven “cómodos” y volvemos a ellos como nuestro sistema operativo.
En lugar de aprender habilidades de afrontamiento saludables cuando nos sentimos estresados, desencadenados o amenazados, pasamos al sentimiento adictivo que desencadena reacciones químicas en el cerebro y el cuerpo que son similares a las que experimentaríamos con sustancias o comportamientos. Esto crea la dependencia de la recompensa de los sentimientos.
¿Por qué nos volvemos adictos a sentimientos que no son agradables?
Aprendimos a usar esos sentimientos como una forma de lidiar con el estrés o el miedo, y anhelamos estos sentimientos para protegernos de otros estados emocionales.
Esta adicción es muy similar a la adicción a las drogas en la forma en que afecta nuestras acciones, reacciones, gestión del tiempo y cómo manipulamos nuestras relaciones y vidas para darnos nuestro próximo golpe. La buena noticia es que podemos aprender a liberarnos del patrón y recuperarnos.
Para liberarnos, tenemos que tomar conciencia de las formas en que alimentamos nuestro propio sufrimiento.
“Aunque soy adicto al dolor (o me siento mal), estoy comprometido a sentirme bien”.
* La autora es life & business strategist. Su sitio web es https://www.paulacabalen.com/. Puedes seguirla en su cuenta de Instagram @paulacabalen
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