Ser mamá después de los 40 ha sido una de las experiencias más enriquecedoras y desafiantes de mi vida. No solo porque implica navegar la maternidad con una perspectiva más madura, sino porque también me ha llevado a cuestionar mis propias creencias, mis miedos y la manera en que quiero acompañar a mis hijos en su crecimiento.

A menudo, estamos tan inmersos en los condicionamientos sociales, culturales y familiares que no nos detenemos a reflexionar sobre lo que realmente significa ofrecer lo mejor a nuestros hijos. Queremos darles lo mejor, pero ¿qué es eso en realidad? ¿Es tenerlos en una escuela prestigiosa? ¿Es garantizarles una vida sin dificultades? ¿Es simplemente cubrir sus necesidades materiales? Aunque esas son cuestiones importantes, la verdadera pregunta es: ¿Cómo podemos darles lo mejor si no hemos aprendido a darnos lo mejor a nosotros mismos primero?

Muchos de nosotros crecimos con la idea de que el sacrificio es parte del rol de ser madre o padre. Creemos que dar lo mejor de nosotros es ponernos en segundo plano, olvidando nuestras necesidades emocionales y físicas. Sin embargo, esta mentalidad nos lleva al agotamiento, la frustración y, en muchos casos, a patrones que no permiten un espacio saludable para el crecimiento de todos los miembros de la familia.

¿Qué significa dar lo mejor de ti en el día a día? En términos sencillos, dar lo mejor de ti es ser un modelo de lo que queremos que nuestros hijos aprendan: ser íntegros, honestos, amables, pacientes y fuertes en los momentos difíciles. Es mostrarles, con nuestras acciones coherentes, lo que significa vivir con propósito, con amor propio y con una voluntad firme de crecer.

Para darles lo mejor, necesitamos estar dispuestos a hacer este trabajo interno. Y es aquí donde quiero compartirte cuatro aspectos fundamentales que pueden ayudarte a ir dándole forma a lo que significa realmente dar lo mejor a tus hijos.

1. Autoconocimiento: Primero debes entender quién eres, qué te motiva y qué patrones heredados o creencias limitantes puedes estar transmitiendo sin querer. Este trabajo de introspección implica identificar los aspectos no resueltos de tu propia vida.

2. Regulación emocional: Cuando eres capaz de manejar el estrés, la frustración o la ansiedad de manera saludable, estarás mejor preparado para ayudar a tus hijos a hacer lo mismo.

3. Cambio de patrones: Si crecimos en un entorno donde prevalecía la crítica, la exigencia o la falta de apoyo emocional, es probable que esos mismos comportamientos se activen en nuestra propia vida. Es importante identificar esos patrones y cuestionarlos.

4. Cuidarnos para cuidar: La crianza es demandante, y si no nos cuidamos, no podremos ofrecer lo mejor de nosotros. Esto incluye descansar, nutrir tu cuerpo y mente, buscar apoyo cuando lo necesites y tener tiempo para ti mismo.

En el proceso de ser padres nos convertimos en la mejor versión de nosotros mismos y, como resultado, ofrecemos lo mejor a nuestros hijos: un hogar lleno de comprensión, empatía y amor.


* La autora es conferencista internacional, coach de Vida y de liderazgo. CEO de @Lidera Consulting y director de negocios en @Mindful Kidstore, INC.

* Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.