Cuando nuestros padres se convierten en adultos mayores y comienzan a depender más de nosotros, se presenta una nueva etapa en nuestras vidas. Esta inversión de roles, en la que sus hijos e hijas nos convertimos en sus cuidadores principales es un proceso marcado por muchos cambios. Y aunque este proceso esté lleno de retos es importante que tomemos las riendas con amor y sentido común para siempre garantizar su bienestar y seguridad.
Este proceso algunas veces llega lentamente y otras veces de forma sorpresiva, dependiendo de la evolución de sus capacidades físicas, enfermedades, y sus capacidades cognitivas, como la orientación, memorización y lenguaje. En cualquiera de estos casos, pero sobre todo cuando el proceso es lento y nuestros padres son plenamente conscientes de los cambios, es común que experimenten emociones como rechazo, enojo, tristeza o frustración ante las nuevas circunstancias en sus vidas. Por ejemplo, pudiera serles difícil aceptar que ya no pueden conducir debido a la disminución de su visión, audición, concentración, o su capacidad de reacción.
Este es solo un ejemplo, pero con el aumento de su dependencia, es crucial comprometernos, como hijos e hijas, a tomar el control, idealmente con el apoyo de un profesional capacitado. Esto puede incluir adaptar el hogar para reducir riesgos, como eliminar obstáculos que puedan causar tropiezos o accidentes.
Los geriatras, médicos especializados en el cuidado de la salud de los adultos mayores, son aliados fundamentales en esta etapa. Su conocimiento y experiencia son clave para orientarnos en cómo proporcionar una atención adecuada, personalizada y respetuosa a nuestros padres, madres, abuelos y otros adultos mayores bajo nuestro cuidado.
Finalmente, es muy importante dedicar tiempo de calidad a nuestros adultos mayores. Ejemplos de actividades que podemos compartir con ellos incluyen escuchar música de su época, hablar sobre sus recuerdos, hacerles preguntas sobre su recorrido de vida, desde su infancia, juventud, los trabajos que tuvieron, etc. También es grato recordarles las muchas cosas que hacían para hacernos felices, enseñarles fotos de acontecimientos sociales de la familia, y revivir juntos esos recuerdos alegres y especiales.
Al final, lo más importante es actuar siempre desde el amor. Nuestros adultos mayores perciben y agradecen este cuidado, sabiendo que son una prioridad para nosotros. Así, devolvemos todo el amor que nos profesaron en todas las etapas de nuestras vidas.
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