¿Te pasó alguna vez haber hecho o haberte comportado de manera determinada, no del todo bien para tus valores y creencias, generando en ti un sentimiento de odio hacia ti misma?

Somos seres imperfectos y vamos construyendo la vida a través de aciertos y errores.

Esto que te cuento hoy está relacionado con el amor que somos capaces de darnos y por lo tanto de dar.

Me decía una clienta jovencita, “si yo no le escribo o no llamo a mi papá, él no lo hace. Se entera de mi vida gracias a mi mamá. Su forma de relacionarse conmigo y con mis hermanos es a través de regalarnos cosas, comprar cosas caras, y cada vez que él se equivoca, nos damos cuenta porque el regalo es más costoso y grande. Hay quienes pueden aprovecharse de eso, pero a mí me gustaría que él me llame y me pregunte cómo estoy”.

Esto me recordó a las tres preguntas que me enseñó mi mentor cuando estudiaba coaching y hacía incluso terapia grupal con él. Solía decirme: “Paula, lo mejor que usted puede hacer por sus hijos y por alguien es hacer estas preguntas: ¿cómo estás? ¿qué necesitas? ¿en qué puedo ayudarte?”

Otro cliente separado me decía: “Mi hijo solo quiere que le cambie su celular”.

En este caso, esta persona es posible que haya estado haciendo lo mismo que el papá de mi clienta joven, dando, dando y dando cosas materiales.

Si bien es amplio el tema, ¿cuál es la razón por la cual una persona da y da en vez de decir ‘te amo hija’, ‘cuenta conmigo’, ‘¿qué necesitas?’...?

Las personas que no pueden expresar con palabras o actos que no sean solo comprar, temen recibir un “no te amo” como respuesta. Si digo te amo, estoy esperando un “yo también”.

Desde chicos vamos recibiendo la demostración de amor de nuestros padres primero, luego de quienes siguen en la cadena en nuestro crecimiento, abuelos, familiares, maestros, amigos y así.

Imagina que tus padres te decían: “si te comportas mal no te quiero más”. ¡Listo! Basta haber recibido alguno de esos mensajes como para que al crecer, si algo te sale mal o hiciste algo que está mal desde tu mirada, entonces sientas que no eres merecedor de amor, y así se va construyendo y reforzando la autoestima.

Otro ejemplo generador de culpa de padres hacia hijos puede ser algo así como:

Madre: “Juana, ¿puedes por favor traer los vasos y platos sucios que están en tu cuarto y lavarlos?”

Hija: “Sí mamá, en un rato, estoy jugando a la play con mis primos”.

Madre (generando culpa): “No importa entonces, lo hago yo, como siempre, y justo hoy me hice las manos en la peluquería, al final nunca me duran, para qué hago algo por mí si al final nunca sirve”.

Otro ejemplo: “Dale, sal con tus amigos, nosotros nos quedamos solos como siempre. Yo a tu edad no salía porque no me dejaban”.

La culpa es el método más eficaz que tienen los padres para manipular a los hijos. Y cuando crecemos, podemos darnos cuenta de eso, y trabajarlo profesionalmente.


* La autora es life & business strategist. Su sitio web es https://www.paulacabalen.com/. Puedes seguirla en su cuenta de Instagram @paulacabalen

* Suscríbete aquí al newsletter de tu revista Ellas y recíbelo todos los viernes.