Hijos que se acuestan a las 4:00 de la mañana y se levantan al mediodía no son casos excepcionales en estos días. El dormir poco afecta en los jóvenes su humor, su desarrollo y también su capacidad de aprender.
Zeava Rubin es médico especialista en neurofisiología clínica y trastornos del sueño. El mayor problema que ve en su consultorio, donde atiende desde niños hasta adultos mayores, es la falta de sueño. Las personas duermen hoy, en promedio, tres horas menos que sus antepasados de hace 100 años.
A finales del siglo XX el dormir poco hasta se presumía como un símbolo de productividad. Pero cada vez se conoce más de lo negativo de esta práctica incluso para quienes quieren alcanzar grandes metas.
Al dormir ocurren procesos como el crecimiento neuronal y la reparación de tejidos, hay una especie de limpieza del sistema nervioso central. La producción y regulación de ciertas hormonas están relacionadas con el sueño. No hay vitamina ni medicina que reemplace los beneficios de dormir.
Las sustancias para mantenerse despierto no son un remedio para el sueño.
Aunque cada individuo es diferente, los adolescentes requieren de entre ocho y 10 horas de sueño. Sin embargo, son los jóvenes quienes más tarde se acuestan y más temprano tienen que levantarse.
Y aunque el abuso de las pantallas tiene que ver con trasnocharse también es cierto que el estilo de vida en la ciudad capital de Panamá no ayuda. No es raro encontrar a niños y jóvenes que salen de su casa a las 5:10 a.m. porque a esa hora pasa el busito escolar.
‘Hijo, por esto importa dormir bien’
Para mejorar el sueño de las personas es relevante que se entienda su importancia. La educación es un pilar para esta toma de conciencia.
La doctora Rubin procura que los niños entiendan las implicaciones del sueño a través de datos que despierten su curiosidad. Por ejemplo, los delfines mantienen uno de sus hemisferios despiertos al dormir. Por eso se dice que al descansar tienen un ojo abierto y otro cerrado. A través de eso interesa a los niños sobre el sueño y cómo afecta a los seres vivos.
En el caso de los adolescentes, Rubin los lleva a reflexionar sobre cómo se sienten y cómo está su estado de ánimo cuando no duermen lo suficiente. Probablemente descubran que sus calificaciones desmejoran al dormir o que discuten más con sus hermanos.
La doctora es consciente de que existe mucha presión de grupo y quizás a los jóvenes les cueste dormir temprano si sus amigos no lo hacen.
Hablando sobre el sueño
Analisa Williams es especialista en disciplina positiva y considera que para hablar sobre buenos hábitos de sueños es importante hacerlo en un ambiente de conexión.
Los adolescentes suelen retar y desafíar a los mayores. Si la actitud de los padres es solo de crítica el resultado podría ser más comportamiento inadecuado.
Williams recomienda a los padres entender su propio comportamiento: si se está haciendo muy estricto, exigiendo que los adolescentes duerman siempre a las 8:00 p.m. o muy permisivos: los hijos duermen pasada la madrugada sin que nadie sepa bien a qué hora.
Ambos extremos traen consecuencias negativas. Reconocer que se está en uno permitirá saber si hay que flexibilizar o poner más limites.
Se puede generar una conversación sobre el sueño, donde tanto padres como adolescentes compartan cómo se sienten al dormir poco. Ver juntos las consecuencias permitirá una conversación curiosa y crítica, donde no sea solo el padre el que resume el hijo lo que hay que hacer y por qué.
Pero los padres también pueden expresar por qué es para ellos importante dormir todos a cierta hora.
Y si se acuerda una hora de sueño además debe haber una consecuencia razonable en caso de que no se cumpla. Esta puede ser al día siguiente eliminar horas de uso de pantalla.
En esta parte, Williams pide a los padres ser congruentes y cumplir la consecuencia. Es un error imponer una sanción a los hijos y luego dejar que no la acaten por sentimiento de culpa: “Hay que permitir que exploren y puedan vivir esa incomodidad de lo que pasa cuando no cumplen con lo que se acordó”.
Para dormir mejor la doctora Zeava Rubin recomienda practicar rutinas de sueño que permitirán dormir con más facilidad, esto es quedarse dormido en menos de 20 minutos una vez se acueste.
Exponerse a la luz del sol a las horas adecuadas
Apagar las pantallas dos horas antes de ir a dormir. No solo por la luz, también por el estímulo que representa. En su lugar, escuchar música o leer un libro antes.
Dormir a la misma hora todos los días. No dormir poco y mal en días de semana y luego dormir largas horas los fines de semana.
Evitar el abuso de bebidas que alteren el sueño, como café y bebidas energéticas.