La palabra ego significa en latín “yo” y de ella derivan otras como egocentrismo o egoísmo. Quizás sea por eso que la connotación que le damos al ego es más bien negativa.
Pero la realidad es que tú, yo y todo el mundo tiene ego, y no es nada malo. El ego es una construcción mental de quién eres. Una autoimagen. Un “yo” que has fabricado a partir de experiencias, creencias.
Así pues tienes un yo esencial que es el que interviene y te habla para guiarte desde lo más profundo de tu interior, y un yo construido a partir de todo aquello con lo que te identificas que es tu ego.
Asociarlo con el concepto “identidad” puede ayudarte a asimilarlo. Sin embargo, tú no eres tu ego, porque tú no eres tu identidad. Si eso fuera así, si en algún momento desaparece aquello con lo que te identificas, dejarías de ser tú.
Hasta aquí todo bien, pero ¿qué sucede cuando sufrimos, cuando nos sentimos mal, cuando nuestra mente galopa y crea escenarios que no nos permiten vivir en paz? Es allí cuando estamos generando sufrimiento, y una de las razones puede ser el apego al ego.
El ego está compuesto de seis elementos primarios que explican cómo sentimos la experiencia de nosotros mismos al estar desconectados. Al permitir que eso decida el sendero de tu vida, desactivas la fuerza de la intención.
El escritor y líder espiritual Wayne Dyer describió seis convicciones del ego, como producto de una investigación que llevó a cabo y con las que adhiero, luego de poner en práctica esta información tanto en mi vida como en la de mis clientes:
Seis formas en que opera el ego
1. Soy lo que tengo. Lo que poseo me define.
2. Soy lo que hago. Lo que consigo me define.
3. Soy lo que los demás piensan de mí. Mi reputación me define.
4. Estoy separado de todos los demás. Mi cuerpo me define como ser único.
5. Estoy separado de todo lo que me falta en la vida, MÍ espacio vital está desconectado de mis deseos.
6. Estoy separado de Dios. Mi vida depende de la evaluación de mis méritos por parte de Dios.
Dijo el doctor Lopez Rosetti en una publicación de 2018 lo siguiente: “Las personas que tienen el ego muy alto son autoritarias, creen que hacen todo bien, que siempre tienen razón desarrollando la soberbia y alejándolos del entorno. Esto genera estrés, ira, disminución de la empatía y aumenta la conflictividad social y el aislamiento. Tener un ego grande es dañino y tóxico y definitivamente... ¡no es buen bueno!”
Cuando te encuentres en situaciones en las cuales estés comparándote con otras personas, identificándote con lo que crees que representa tu valor, y eso te traiga dolor, frena, reflexiona, incluso pide ayuda. Estos temas se trabajan en sesión y sirven para hacer de tu vida un lugar mejor, generando bienestar y dejando ir aquello que no suma para tu evolución personal.
* Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.
* Suscríbete aquí al newsletter de tu revista Ellas y recíbelo todos los viernes.