¿Alguna vez has olido un perfume y te has transportado instantáneamente a un momento específico de tu vida? ¿O has escuchado una canción y has sentido una oleada de nostalgia? Estos fenómenos, comunes a todos los seres humanos, ponen de manifiesto la estrecha relación entre la memoria y las emociones. Nuestros recuerdos no son simples grabaciones del pasado, sino construcciones dinámicas que se ven influidas por nuestras emociones y experiencias actuales.

Hace pocos días me decía una clienta luego de la celebración de su cumpleaños, que no quería olvidar cada momento vivido para así mantener la sonrisa. Lo mismo me sucedió en mi viaje a Chicago, en el cual visité a mi hermano, andar en su auto escuchando música de nuestra infancia, me llevó directamente al comedor de la casa de nuestros padres, en nuestra niñez y hasta sentí como si estuviera allí.

El Cerebro Emocional como arquitecto de los recuerdos

El cerebro humano es una máquina compleja que constantemente procesa información y crea conexiones neuronales. La amígdala, una pequeña estructura ubicada en el sistema límbico, juega un papel fundamental en el procesamiento de las emociones. Cuando experimentamos un evento emocionalmente significativo, la amígdala se activa y crea una huella de memoria que vincula el evento a las emociones asociadas.

Esta conexión entre la memoria y las emociones es bidireccional. No solo los eventos emocionales crean recuerdos vívidos, sino que al recordar un evento, también reactivamos las emociones asociadas a él. Es por eso que un simple aroma o sonido puede desencadenar una cascada de sentimientos, a menudo de manera inconsciente.

El contexto en el que se produce un recuerdo también influye en la emoción que evoca. Por ejemplo, recordar una fiesta de cumpleaños infantil puede evocar sentimientos de alegría y nostalgia, mientras que recordar un examen fallido puede provocar ansiedad y frustración. El entorno físico, las personas presentes y las circunstancias que rodean el evento original se almacenan junto con el recuerdo, creando una rica red de asociaciones.

Nuestros recuerdos no son siempre precisos.

La memoria es un proceso reconstructivo, lo que significa que cada vez que recordamos algo, lo reconstruimos en función de nuestras creencias, emociones y experiencias actuales. Esto puede llevar a distorsiones y sesgos en nuestros recuerdos.

Si actualmente estás atravesando un momento difícil, es posible que tiendas a recordar eventos pasados de manera más negativa. Por el contrario, si estás experimentando una etapa de felicidad, es más probable que recuerdes los eventos pasados con un tinte positivo.

La Función Adaptativa de los Recuerdos Emocionales

Aunque los recuerdos negativos pueden causar sufrimiento, también cumplen una función adaptativa. Al recordar experiencias dolorosas, aprendemos de nuestros errores y podemos tomar mejores decisiones en el futuro. Además, los recuerdos positivos nos proporcionan una sensación de bienestar y motivación.

Comprender cómo funcionan nuestros recuerdos puede ayudarnos a gestionar mejor nuestras emociones y a construir una vida más plena y satisfactoria. Al ser conscientes de cómo nuestros pensamientos y sentimientos influyen en nuestros recuerdos, podemos aprender a desafiar los patrones de pensamiento negativos y a cultivar una perspectiva más optimista.

¡Que pases un excelente fin de semana!

* Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.

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