Tenía ya bastante tiempo que no escribía y este tema será el reinicio. Estoy un tanto preocupada por la cantidad de jóvenes que no encuentran empleo ni oportunidades.
No sé si es la falta de creación de algún plan para incentivarlos, motivarlos o encausarlos a encontrar su primer empleo, ya sea por medio de una pasantía o un convenio entre escuelas e instituciones públicas o privadas.
Lo cierto es que cada día es más difícil y lo he vivido con conocidos y sobrinos. Es triste cuando un padre o una madre hacen el esfuerzo para la educación de sus hijos y que cuando terminen la escuela con ese ímpetu de poder iniciar en el mundo laboral, no lo encuentran.
Poder ayudarles a encontrar ese empleo que los formará en carácter y les habituará una conducta de dependencia hacia una oportunidad que les genere ingresos y les ayude a vivir, será el objetivo principal siempre.
La juventud no es eterna para nadie, todos debemos planear la vejez con dignidad acumulando experiencia, trabajo y años de servicios para poder recibir una pensión cuando se aplique según lo que determine la Ley.
Si bien es cierto la juventud tiene aspiraciones distintas a las que vivimos en la década de los 90 (cuando estábamos iniciando en un trabajo), y que los salarios eran un poco bajos en comparación con los salarios que a lo largo de la vida han venido evolucionado de acuerdo con el alto costo de la vida, en aquellos años las oportunidades -siento yo- eran más alcanzables y hasta cierto punto más fácil de encontrar, con menos exigencias.
La situación sería otra si todos los profesionales se preocuparan por los jóvenes que ansían tener esa oportunidad de poder trabajar, y experimentar la madurez desde el lado de ser productivos para recibir sus propios ingresos que les ayudará a formar su futuro.
Lo que habita es un individualismo puro en el que solo me importa ver qué puedo tener, mejorar y acumular. En cambio, no vemos lo que nos rodea en nuestro entorno que muchas veces necesita esa atención para ser solidarios y tener el sentido común de que las necesidades de todos siempre serán las mismas. Todos aspiramos a tener dónde dormir, con qué alimentarnos, estudiar, gastos de recreación y algunos pensarán en poder trabajar para ayudar a sus familiares o hermanos.
Acepto que no he descubierto el agua caliente, pero entre más personas veamos el sentido de urgencia que lo merece a nuestros jóvenes que son el futuro del mañana, estaré segura de que sucederá algo muy bueno y podremos generar más preocupación para encontrar caminos de solución.
Seguiremos en otra vuelta,
- La autora es especialista en recursos humanos.
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