Escribir Cuando me pongo cursi ha sido un viaje transformador. Durante años, la poesía fue mi refugio, un espacio íntimo donde podía desnudar mis emociones sin temor al juicio. Nunca imaginé que esos versos escritos en momentos de vulnerabilidad se transformarían en un libro.
El proceso comenzó como una catarsis personal. Cada poema que escribía era una pequeña batalla ganada contra mis miedos y dudas. Pero este libro no es solo un compendio de poesía, también incluye fotografía artística, un medio que me ha acompañado en mi búsqueda de belleza y significado dentro de este mundo contradictorio en el que vivimos.
Algunas de las imágenes que lo enriquecen han participado en exposiciones nacionales e internacionales, y su inclusión busca dialogar con los versos, creando un lenguaje visual que potencia el mensaje de cada página.
La decisión de publicar no fue sencilla. Mis escritos y fotos eran demasiado personales. Pero reflexioné sobre el poder sanador de la vulnerabilidad y cómo las palabras pueden conectar a las personas, tender puentes invisibles entre corazones. Ese pensamiento me impulsó a compartir mi obra.
Hubo desafíos, como la maquetación del libro y la constante pregunta: “¿será esto suficiente?” Pero también hubo descubrimientos maravillosos. Aprendí a confiar en mi voz y a aceptar que mis palabras tienen valor simplemente por existir.
El proceso de creación del libro fue un aprendizaje continuo. No solo se trató de seleccionar los poemas y fotografías que mejor reflejaban mi esencia, sino también de estructurarlos para que narraran una historia: un recorrido desde la introspección hasta el renacimiento emocional. Decidí incluir tareas interactivas al final de cada capítulo para invitar al lector a ser parte activa del viaje. Me emociona imaginar que alguien podría tomar mis versos e imágenes y convertirlos en su propia catarsis.
Hubo desafíos, como la maquetación del libro y la constante pregunta: “¿será esto suficiente?” Pero también hubo descubrimientos maravillosos. Aprendí a confiar en mi voz y a aceptar que mis palabras tienen valor simplemente por existir. El apoyo del equipo editorial y el de mi familia, fue crucial en esta etapa, ya que ellos no dejaron que el proyecto se viera truncado, a pesar de algunos contratiempos de salud que tuve este año.
El mayor regalo que me dejó este libro fue redescubrirme. Cuando me pongo cursi es un espejo que refleja mi proceso de sanación. Es un recordatorio de que permitirse sentir, aunque duela, es el primer paso para sanar.
Cuando Amazon catalogó el libro como la mejor novedad dentro de la categoría de Artes, Cine y Fotografía durante su primera semana de publicación, me sentí sorprendida y agradecida. Pienso que esto demuestra que la poesía está retomando su lugar de valor dentro de la sociedad, es un recordatorio del poder que tienen las palabras para tocar vidas.
Espero que quienes lean Cuando me pongo cursi se sientan acompañados en su propio viaje y descubran, como yo, que hay belleza en mostrarse tal como somos.
María José Sucre.