Tan pronto como Martanoemí Noriega empezó a trabajar en el mural que rodea el Museo Afroantillano empezó a recibir comentarios de los transeúntes: ¡qué bueno que lo están pintando’. ‘¡estaba triste, pensé que me habían borrado mi mural!’, le dijo un taxista.
“Mi mural”, tal expresión llena el corazón de la artista panameña. El que las personas se apropiaran de la obra que pintó por primera vez en 2019 es el mayor halago.
La pieza mantiene la esencia del anterior. Resaltar el aporte a la cultura panameña de los habitantes de las Antillas que vinieron para la construcción del Ferrocarril y luego a la del Canal. Pero tiene más presente la contribución de la mujer.
Ellas vinieron a Panamá sin contrato, por su cuenta, a emplearse como lavanderas, cocineras y en otros múltiples trabajos de cuidado. La comida que el Canal ofrecía a los obreros no era la mejor, en ese tiempo no había restaurantes, y las vendedoras antillanas ambulantes ofrecieron café y bocados frescos, según cuenta en el libro The Silver Women de la historiadora Joan Flores Villalobos.
La Sociedad de Amigos del Museo Afroantillano, Samaap, reinauguró el mural en un acto en que se reconoció el trabajo de los afroantillanos, y también el de los artistas que hicieron posible este trabajo en aproximadamente una semana. Eso incluyó a artistas como José Jiménez y a niños que viven en los edificios aledaños al museo.
El nuevo mural es producto de las memorias compartidas con la artista en un encuentro con los miembros de Samaap y fueron enriquecidas por múltiples investigaciones que revelan los desafíos de esta comunidad y su legado al Panamá de hoy.
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