“Cuando preguntaron quién quería participar, muchos no quisieron. Les daba pena salir en las grabaciones o hablar”, así recuerda Yohany Carrera, de 12 años de edad, su primer encuentro con un grupo de jóvenes que llegó a proponer un taller de cine documental a alumnos de la escuela República de Jamaica en Viejo Veranillo, Curundú.
A Yohany le llamó la atención la idea y se apuntó. Días antes de que terminara el año escolar de 2022, le avisaron que había sido seleccionada. A principios de 2023, ella formó parte de un grupo de aproximadamente diez niños y adolescentes de Viejo Veranillo que participaron en el taller “Ojos que Hablan”, organizado por Ingueto Carpa de Cine en Curundú.
A la hora de la filmación, Yohany eligió grabar. Le gustó agarrar la cámara y usarla. Sonríe cuando habla de grabar. Ella debía darle indicaciones a los niños que se ponían delante de su lente. Eso ‘me daba pena’, pero con pena no voy a conseguir nada, dice. Y aprendió a perder el miedo.
Pero nos estamos adelantando en esta historia. El taller de cinco días no empezó con cámaras ni luces. Los niños primero fueron reunidos para recibir capacitación por parte de un grupo de voluntarios de Ingueto y de la productora Mente Pública, quienes les enseñaron a hacer títeres y a contar relatos con ellos. Eso les permitió conocerse, congeniar y ejercitar la imaginación.
Para encontrar las historias que llevarían al formato cine, participaron en una lluvia de ideas donde se les preguntaba: ¿Qué quieres contar al mundo sobre tu vida en Viejo Veranillo? ¿Qué te preocupa del ambiente que te rodea y qué cambiarías? ¿Qué te hace feliz?
Algunas respuestas a esas preguntas y las primeras imágenes de su trabajo las vieron en una sesión del taller, varias semanas después. Allí pudieron verse y ver en filme a un perrito deambulando por el barrio, la vecina, las tuberías goteando. Todo en una nueva dimensión. Y les encantó. Lo mejor: podían opinar sobre el resultado y trabajarlo porque el filme no estaba terminado.
En esa sesión ellos contaron su experiencia con este proyecto. Ese día acompañaban madres, tías y abuelas que de alguna manera formaron parte del taller.
Ojos que hablan es el proyecto de cine en la comunidad de Viejo Veranillo, hecho por niños.
A grabar en el laberinto
Para quienes caminan por primera vez en Viejo Veranillo, el lugar parece un laberinto de aceras no todas completas. Pero sus habitantes no se pierden, tampoco los niños del lugar. Ellos saben dónde queda todo, dónde vive quien y, por supuesto, dónde se podría grabar.
A los niños les hace feliz jugar. Eligieron mostrar cómo se divertían en las veredas. Una de sus travesuras favoritas son las guerras de aguas que incluyen globos y, por supuesto, agua. Algo que, obvio, les hace ganar regaños.
Uno de los aspectos más destacados de los talleres fue el aprendizaje sobre el funcionamiento de las cámaras y la grabación de sonido. Los niños estaban fascinados por la tecnología y la posibilidad de contar historias a través de la lente de una cámara.
Jassir Paz, también de 12 años, aprendió a usar un trípode, vio el funcionamiento de las bocinas, entendió el uso de los brillos en la cámara y, por supuesto, aprendió los principios de grabar imágenes. Él grabó, pero también lo grabaron; además, entrevistó personas para contar la historia de los abuelos de Viejo Veranillo y le gustó más entrevistar. Hasta aprendió, dice, que para entrevistar hay que tener carisma.
Se dividieron en dos grupos para grabar. Empezaban temprano y algunas veces llegaban hasta casi al final de la tarde. Siempre iban acompañados de sus talleristas.
Justin Vivero, de 12 años, sintió que la cámara era incómoda al principio. Él grabó a algunos niños en su casa. Pero su conclusión de toda la experiencia fue: ‘priti’. Yohany y Arturo también usaron esa misma palabra para expresar su satisfacción.
Los mayores de Viejo Veranillo contaron sus recuerdos de la comunidad para los niños que participaron en el taller Ojos que Hablan, sobre cine documental.
Al grabar a los abuelos de Viejo Veranillo, a Arturo Miranda le sorprendió escuchar las historias de inundaciones e incendios donde las personas habían perdido todo. También le llamó la atención conocer cómo era la comunidad antes, cuando había menos casas.
Sobre entrevistar a las personas mayores, comenta que no todos quisieron hablar. Algunos se mostraron tímidos.
Un objetivo del taller era permitir que los niños eligieran lo que iban a contar. No era mostrarlos con la mirada de un cineasta externo. Ellos guiaron el relato, cuenta Rodrigo Quintero Araúz, parte de la productora de cine Mente Pública que colabora con Ingueto.
El grupo Carpa de Cine Ingueto nació en Curundú hace cuatro años. Su directora, Yineth López, está nominada a los premios Panamá en Positivo que se entregan este mes, en la categoría agente de cambio.
Ingueto utiliza el cine y la cultura como un espacio que abre la puerta al mundo, pero que también enseña a valorar la historia de cada persona y de su comunidad.
(173) Detrás de Cámaras Taller Ojos que Hablan - YouTube
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