La cantante chileno-mexicana Mon Laferte compartió la historia de su vida en un video en redes sociales, acompañado de diversas obras realizadas por ella. A lo largo del video, Mon cuenta cómo fue abusada en distintas etapas de su vida, cómo abandonó la escuela a los 13 años para trabajar y los retos que enfrentó para poder sobrevivir.

“Fui violada a los 7 años. A los 11 empecé a tomar, fumar cigarros y consumir marihuana”, relata. También recuerda que, siendo adolescente, tuvo que cantar en la calle, en bares y en buses para mantenerse a sí misma y a su abuela, quien quedó postrada en cama tras un derrame cerebral.

“A los 18 encontré una oportunidad en la tele. Eso para mí fue la salvación de mi vida. Ganaba 30 lucas [actualmente, 0.032 de dólar] a la semana. [...] Durante los cinco años que estuve en la tele fui acosada por un productor musical. Me besaron a la fuerza varias veces y me trataron de pu$% sin talento. Me la creí y aguanté por necesidad. Pero finalmente tuve el valor y me fui”, confiesa.

Mon cuenta que a los 23 años se mudó a México sin ningún trabajo. Allí se enfrentó al crimen organizado y pasó ocho años cantando en bares. Durante ese tiempo, fue diagnosticada con cáncer de tiroides y, tras la operación, sufrió parálisis facial.

“No pude mover el lado derecho de mi cuerpo por dos meses. Aún esto me pasa la cuenta. No siento la cara de mi lado derecho. Casi me quedé sin voz después de la operación. Tuve que aprender a cantar de nuevo. El doctor me dijo que no podía cantar en seis meses, pero a los dos meses volví a los bares. Yo tenía que trabajar”, explica.

A los 31 años llegó su “éxito masivo en la música” con un disco independiente. Antes de eso, pasó por momentos difíciles: vivió en sillones, pasó hambre, sufrió depresión y cayó en la adicción al alcohol. “Empastillada y aún con depresión, me levanté. He sido una mujer muy triste, realmente muy triste. Y lo único que sé hacer es trabajar”, dice.

Pintar se convirtió en su refugio. “Yo pinté, y pinté, y pinté, y bordé, y lloré mientras pintaba. Mientras la música me daba para comer, la pintura me salvaba de toda la [censurado] que tuve que pasar”, expresa mientras en el video se muestran diversas pinturas de su autoría.

“Tengo ocho discos publicados, más de 1,000 obras como artista plástica. Pero hasta el día de hoy me siento como una intrusa. Es verdad que hoy tengo un lugar privilegiado. Me volví una burguesa, una nueva rica. Y sé que no pertenezco y nunca voy a pertenecer”, admite.

Sin embargo, asegura que seguirá adelante. “Pero avanzo igual, porque lo único que sé hacer es trabajar y amar. Amar el arte como lo único que me ha salvado la vida. Y ese miedo que me dice que no soy suficiente, ese casi siempre viene empujado por el ego. Y ese a mí no me la va a ganar. Yo no tengo nada que perder. Todo para mí ha sido ganancia, porque yo le gané a la vida. Quiero que sepan que con humildad comparto mi arte. Lo hago con el respeto que merece mi oficio. No soy mejor que nadie”.

El video concluye con una reflexión: “Yo no ando queriendo ocupar el espacio de nadie, pero tampoco voy a andar disculpándome por ocupar el mío. Aquí tienen mi historia. ¿Y saben qué? Si esto se trata de meritocracia, entonces yo me lo merezco todo”.