El príncipe coloca su mano en la cintura de su nueva “princesa”. Sonrientes, en un retrato publicado en blanco y negro, William y Kate Middleton aparecen en esta fotografía tomada en el día de su boda, un día como hoy, 29 de abril, hace 13 años.
La imagen no se había publicado antes. Fue captada por la fotógrafa de la realeza Millie Pilkington.
13 años después, los príncipes de Gales son padres de tres niños: George, Charlotte y Louis. Los últimos meses han sido agitados para la pareja: el diagnóstico de cáncer de la princesa Kate y su tratamiento de quimioterapia asombraron al mundo.
Fotografía compartida este lunes 29 de abril de 2024 por los príncipes de Gales en sus redes sociales. Foto tomada por Millie Pilkington.
Era un sábado de primavera en Londres. La boda real, celebrada en la Abadía de Westminster, fue seguida por millones de espectadores en todo el mundo. Se casaba el entonces segundo heredero al trono británico, el primer hijo de Diana de Gales, William. Su novia era su amor de la universidad, Kate Middleton, que trabajaba en el negocio de sus padres. Había emoción y romance en el aire.
La futura princesa de Gales tenía 29 años cuando se casó. Para el altar lució un vestido de novia diseñado por Sarah Burton, de la firma de moda inglesa Alexander McQueen, quien solo llevaba un año como directora creativa de la marca.
Kate escogió Alexander McQueen para confeccionar su histórico vestido “por la belleza de su mano de obra tradicional, el respeto por el trabajo artesanal y la construcción técnica de sus piezas”. En un comunicado emitido por el palacio, se dijo que Kate quería un vestido de novia que combinara “tradición, modernidad y la visión artista del trabajo de Alexander McQueen”.
El resultado fue un traje con una cola de 9 pies de largo. Estaba cubierto de motivos de encaje de la compañía Carrickmacross, que fueron hechos a mano por la Royal School of Needlework, una academia de costureros. Como luego reseñó la revista British Vogue, para su construcción, las costureras debían lavarse las manos cada 30 minutos para procurar que el encaje y los hilos se mantuvieran impecables; las agujas se cambiaban cada tres horas para asegurarse que estuvieran afiladas y limpias. La falda fue diseñada para simular una flor abierta.
Para casarse, la novia lució sobre su cabello una tiara Cartier, de 888 diamantes, que le prestó la reina Isabel II, abuela del novio. La joya fue un regalo que recibió la entonces monarca para su cumpleaños 18.
Después de la boda real, el vestido estuvo cuatro meses expuesto en el palacio de Buckingham.
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