La familia real británica se reunió este viernes 3 de junio para una misa de gracias por los 70 años de reinado de Isabel II. Sin embargo, la monarca no acudió cansada por el primer día de festejos. Su nieto, el príncipe Harry y su esposa Meghan, duques de Cambridge, acapararon la atención.
La reina Isabel II (Elizabeth), de 96 años, con crecientes problemas de movilidad, experimentó “un cierto malestar” tras aparecer dos veces de pie la víspera en el balcón del Palacio de Buckingham para lanzar los cuatro días de celebraciones por su Jubileo de Platino.
La monarca, jefa de la Iglesia de Inglaterra y muy religiosa, decidió no acudir al acto debido al largo trayecto desde el castillo de Windsor, donde reside, hasta la catedral de San Pablo en Londres y “la actividad necesaria para participar en la misa”, explicó la casa real.
Entre los curiosos que esperaban desde primera hora de la mañana frente a la catedral, Stephanie Stitt, organizadora de eventos de 35 años, se declaraba “un poco” decepcionada por la ausencia de la reina. “Pero es comprensible porque tiene 96 años”, agregó, asegurando que “es agradable celebrar algo y no acordarse de la crisis por el coste de la vida” que, con una inflación histórica, impone sacrificios y estrecheces a muchos británicos.
Tampoco acudió, por haber contraído el covid-19, el príncipe Andrés, de 62 años, considerado “hijo predilecto” de la monarca pero alejado de la vida pública a raíz de acusaciones de agresión sexual a una menor en Estados Unidos.
Los que sí aparecieron, por primera vez en público desde hace dos años en el Reino Unido, fueron el príncipe Harry y su esposa Meghan.
Entre gritos de júbilo y algún abucheo de la multitud, Harry, de 37 años, llegó vestido de chaqué y corbata gris, luciendo todas sus condecoraciones, que conserva pese a que, desde que en 2020 dejó la monarquía, no puede llevar uniforme militar.
Sonriente pero tensa, Meghan, exactriz estadounidense, de 40 años, vistió con un abrigo de solapas blanco hueso, color que algunos medios británicos interpretaron como un intento de mostrar “inocencia”, y una pamela gris perla.
La pareja sacudió a la monarquía cuando hace dos años decidió irse a vivir a Estados Unidos, desde donde criticaron a la familia real, llegando a acusar de racismo a uno de sus miembros, que no nombraron.
Desde entonces han visto a la reina poco y en privado y su hija menor, Lilibet, que el sábado cumple un año, no conocía hasta ahora a su celebérrima bisabuela.
Viajaron a Londres para las fiestas del jubileo, pero el jueves se habían mantenido alejados de la prensa, por cuya presión afirmaron haber abandonado el Reino Unido.
“Creo que deberían quedar en un segundo plano, pueden hacer lo que quieran con sus vidas pero probablemente no deberían decir algunas cosas”, afirmaba entre los curisos Roger Nagy, cirujano estadounidense de 51 años que voló expresamente desde Colorado.
Esta celebración “es sobre la reina, no sobre ellos”, agregó.
El príncipe Harry con su esposa Meghan, su primo Peter Phillips (a la izquierda) y su prima Zara Phillips con su esposo Mike Tindall. Peter y Zara son los hijos de la princesa Ana, la única hija de la reina Isabel II.
Los duques de Sussex en su primera aparición juntos en Londres, luego de que renunciaran a sus deberes como miembros de la familia real hace dos años.
La monarca más longeva
En el interior de la majestuosa catedral anglicana, asistieron al servicio unas dos mil personas, entre ellos 400 trabajadores sanitarios invitados por sus servicios durante la pandemia, la mayoría de familiares de la soberana, el primer ministro Boris Johnson y numerosos líderes políticos y sociales. También representantes de otras religiones.
Entre las numerosas intervenciones, el arzobispo de York, Stephen Cottrell, se dirigió a la reina, asumiendo que seguiría la misa por televisión, y bromeando con su afición por los caballos le agradeció su permanencia “sobre la silla de montar”.
La ceremonia, de casi una hora, dio gracias por la vida y el reinado de la monarca más longeva que jamás haya tenido el Reino Unido.
Isabel II tenía 25 años cuando en 1952 sucedió a su padre, el rey Jorge VI. Setenta años después, es la única monarca que han conocido la mayoría de británicos y la única de la historia en celebrar un Jubileo de Platino.
Debido a sus problemas de salud, una vez más volvió a ser representada el viernes por su hijo mayor, el príncipe Carlos (Charles), heredero al trono de 73 años, que poco a poco va asumiendo funciones en una progresiva transición que preocupa dada su baja popularidad en un momento en que la realeza se ve cuestionada.
Un 62% de los británicos afirma seguir siendo partidario de la monarquía, pero los más jóvenes están divididos: 33% a favor y 31% en contra.
En un sondeo de YouGov publicado esta semana, sólo 39% de encuestados afirmó pensar que seguiría habiendo un monarca en el país dentro de 100 años.
Iniciadas el jueves con una gran marcha militar, las celebraciones del Jubileo de Platino se prolongarán hasta el domingo con un desfile de música y baile, carreras de caballos, un concierto pop y decenas de miles de pícnics y comidas al aire.