Yalitza Aparicio está entre las cinco nominadas al Óscar a mejor actriz, una profesión que le parecía lejana, inalcanzable, que nunca le pasó por la cabeza.

Pero el destino quiso que acompañara a su hermana al casting de Roma y que terminara siendo seleccionada para interpretar a la niñera del cineasta mexicano Alfonso Cuarón en la aclamada película que hizo inspirado en su infancia.

El primer requisito era parecerse a Libo, que en la cinta se llama Cleo, pero rápido descubrió que esta maestra desempleada de 26 años, de origen mixteco, desbordaba un gran talento. Y este martes recibió una nominación al premio más cotizado del cine, junto a pesos pesados como Glenn Close, Olivia Colman, Lady Gaga y Melissa McCarthy.

Aparicio vio la nominación en un computador en lo que parecía una habitación de hotel, según se puede entrever en un breve video que colgó en su cuenta de Twitter. Una fuerte algarabía se escucha cuando, mal pronunciado, su nombre aparece primero en la lista. “No manches”, dice. “Voy a llorar”, agrega con un voz que mezcla llanto y risa.

“Desde el primer llamado a casting hasta esta mañana, mi viaje en Roma ha sido extraordinario”, dijo luego en un comunicado enviado a la AFP. “Como hija de una trabajadora doméstica y una mujer indígena estoy orgullosa de esta película que nos ayuda a aquellos que nos sentimos invisibles a ser vistos”.

“Estoy honrada de formar parte de la visión de Alfonso”, agregó la actriz, que además es la segunda debutante nominada al Óscar en una película de idioma no inglés, después de la colombiana Catalina Sandino Moreno por María llena eres de gracia en 2004.

“No era algo que realmente yo quería o que había soñado”, había relatado a la AFP en una entrevista reciente. “Debido a tu nivel socioeconómico o a tu cultura crees que no puedes aspirar a ser actriz, a participar en este medio que suena como algo de fantasía”.

Después de Gravedad, ganadora de siete premios Óscar, Cuarón apostó por un proyecto muy personal y contó -en blanco y negro- la historia de las dos mujeres que marcaron su infancia: la empleada doméstica, que queda embarazada tras sus primeras experiencias sexuales, y la señora de la casa, su madre, interpretada por la actriz Marina de Tavira, a la que el marido está por dejar por otro amor. De Tavira también fue nominada al Óscar a mejor actriz de reparto.

El Óscar se entrega el 24 de febrero en Hollywood. Aparicio no tuvo una Cleo en su niñez en Tlaxiaco, un pueblo de unas 40 mil personas en el estado de Oaxaca (suroeste). Mas bien su madre, que la crió sola, trabajó como doméstica y eso le ayudó a entender el contexto de esta relación de amor y desamor entre criados y patrones. “Hubo escenas durante el rodaje que removieron mis recuerdos y fue surgiendo, sola, esa necesidad de mi personaje de querer proteger a los niños con respecto a lo que estaba pasando para que ellos no sufrieran”, cuenta.

La hermana de Aparicio terminó no haciendo el casting por su embarazo avanzado… y ya que la joven maestra estaba allí, hizo una primera de muchas pruebas que terminaron dándole el papel. Antes de filmar, la actriz se reunió con Libo, la ahora vieja exdoméstica, que según Cuarón llora cada vez que ve la película. “Me contó solamente cómo llegó a la casa, cuál era la relación con la familia, pero se quedó hasta ese punto”. A partir de allí comenzó a filmar. Cuarón no entregó todo el libreto al mismo tiempo sino a medida que avanzaba la filmación en aquella réplica de la casa de su infancia en el barrio de clase media-alta de Roma, en Ciudad de México.

Sin experiencia previa en un set, el trabajo de Aparicio ha recibido el aplauso de actores como Tom Hanks y de la crítica. El New York Times la incluyó en la lista de las mejores actuaciones de 2018. “Después de vivir toda esta aventura me di cuenta de que el cine no es algo lejano a lo que yo siempre he soñado, mediante películas también se puede educar a la gente de una forma más masiva, pero pues veremos si se presenta alguna propuesta”, dijo con humildad la actriz sobre su futuro.

Cuarón dijo por estos días a la AFP que Aparicio “puede interpretar lo que se le pegue la gana“, cuando fue consultado sobre si existía el riesgo de quedarse encasillada en papeles de doméstica. “Hoy por hoy la manera en la que Yalitza ha sido arropada por el pueblo de México es incuestionable. ¿Que ha existido un prejuicio? Bueno, ahora hay una generación que es mucho más consciente del México actual”, indicó, destacando cómo en los tiempos del llamado cine de oro de ese país “la representación de estos personajes era atroz”.

En todo caso, Aparicio seguirá viviendo este momento de su vida, que no solo incluye aplausos sino también los insultos racistas y clasistas de algunos compatriotas tras aparecer vistiendo ropa de diseñador en la revista Vanity Fair. Aunque ella los ignora y se concentra en lo importante: el cambio. “Le estoy mostrando a mi gente que ellos también pueden llegar a algo así, que no simplemente por no cumplir con características de ser rubia, ojos verdes, significa que no puedes estar”, dijo. “Hay ciertas cosas que van a ir cambiando poco a poco en nuestra cultura y ojalá que después de esta película haya algún aprendizaje”.