Cuando invité a mi mamá a ver Juego de tronos, no pensé que le gustaría. Imaginé que después del primer episodio me diría: “voy a terminar de cocinar” o “lo seguimos viendo después de las noticias”. Sus excusas cuando algo no le gusta.
Pero, al contrario, buscó una almohada, se acostó en mi cama y me dijo: ¡Pon el que sigue! Y así, domingo tras domingo, año tras año, madre e hijo compartimos una pasión por una serie llena violencia, sexo, zombis y dragones.
Allí estábamos rodeados de los supermán, mujeres maravilla y personajes de La casa de papel. Mientras mi mamá buscaba unicornios y dinosaurios para mis sobrinos; yo, memorabilias de Juego de tronos.
Cuando supo que el actor danés Nikolaj Coster-Waldau, Jaime Lannister en Juego de tronos, asistiría al Comic Con de Colombia me dijo: ¡Quiero ir!
Aunque al pensar mejor en el evento me preguntó: ¿Y qué se hace allí? Pude haberle dicho que es una convención que reúne a fanáticos del entretenimiento, algunos hasta personifican a sus personajes favoritos. También pude mostrarle videos en YouTube, pero preferí que viviera la experiencia de primera mano.
El primer día nos levantamos temprano y fuimos al evento. Tenía mis dudas sobre si era una buena idea llevar a mi mamá (me reservo su edad, quiero poder regresar a mi casa después de esta publicación) a un lugar lleno de gente joven, hasta para mí que estoy en los 30.
Allí estábamos rodeados de los supermán, mujeres maravilla y personajes de La casa de papel. Mientras mi mamá buscaba unicornios y dinosaurios para mis sobrinos; yo, memorabilias de Juego de tronos. Recordé los tiempos de la feria Juvenalia en la década de 1990. Ella me llevaba y aguantaba las filas, la música insoportable y esperaba a que yo saliera de los juegos. Formaba conmigo la fila para que al final yo no quisiera entrar a la casa embrujada. Me daba miedo. Ahora era yo quien la llevaba, y me tocó a mí esperar, porque vaya que le gustó el Comic Con.
Se tomó fotos con todos los personajes de Juego de tronos que vio, no dejó escapar una Khaleesi. Tampoco menospreció a los de Star Wars, aunque estoy seguro de que ni sabía quiénes eran.
Hizo la fila para tomarse su foto con Jaime, y cuando vio que había un grupo de gente en una esquina esperando a que saliera, me dejó cuidando el puesto para unírseles (el karma llegó cuando Jaime salió por el segundo piso y saludó a los que estábamos en la fila).
Se tomó fotos con todos los personajes de Juego de tronos que vio, no dejó escapar una Khaleesi. Tampoco menospreció a los de Star Wars, aunque estoy seguro de que ni sabía quiénes eran.
Aguantó de pie durante el conversatorio con los actores, y cada vez que veía un espacio entre la gente, se metía para estar más adelante, llamándome para que la siguiera. No porque temía estar sola, sino para que yo dejara de ser un aburrido allá atrás.
– ¿Qué está diciendo? – me preguntó mientras entrevistaban a Jaime. – La muchacha lo está traduciendo después de que él habla – le respondí. – Sí, pero yo quiero enterarme antes… (solo le faltó decirme: you know nothing…)
Y cuando le dije que teníamos que irnos del convesatorio porque iba a tomarme la foto con otro actor, y como hijo responsable no quería dejarla sola, me respondió que nos viéramos afuera, y se acercó más a la tarima.
El último día me dijo que debería disfrazarse para el próximo año y me preguntó cuándo harían un Comic Con así en Panamá.
Yo, más cansado que ella, le pregunté “¿Ya sabes lo que se hace en un Comic Con?”. Sin pensarlo mucho, me respondió: “se comparte”.