Canto muy mal. ¡Pero lo hago igual!
Cantar es ponerle una voz a tus emociones y palabras a tus sentimientos. Aunque la canción no tenga nada que ver con tu propia vida, te permite canalizar alegría, tristeza, emoción o desesperanza, entre tantas cosas. Por eso me fascina cantar. Menos mal mi carro tiene ventanas ahumadas, sino de seguro los conductores de los vehículos que se detengan a mi lado en los semáforos se reirían de mí.
Creo que todos tenemos un soundtrack de nuestras vidas; esos temas que resumen etapas que vivenciamos o sucesos que nos marcaron. A veces es suficiente escuchar el inicio de un tema, para viajar en el tiempo y trasladarte a otro lugar.
Desafinada con ganas: un playlist de Café con Teclas
Así, por ejemplo, cuando escucho Wilson Phillips recuerdo mi primer amor; Richard Marx me transporta al primer concierto que fui con mi hermana. John Lennon me recuerda mi boda, y Cosas que pasan, de Los 33, el año posterior a mi divorcio. Hay canciones que me acercan a personas que quiero y otras me recuerdan a gente que prefiero olvidar.
Mi género favorito es el rock, con sus derivados soft y pop. Tienen fuerza, actitud y sentimiento, igual que yo.
Como sea, ¡cómo me gusta cantar!