Las horas pasan y Andrea* no puede conciliar el sueño. El aire acondicionado del cuarto está a una temperatura agradable, la oscuridad la envuelve, pero el sonido la atormenta. Los ronquidos de su esposo no son un leve silbido; los compara con el estruendo de una locomotora.
Entre “gordo, estás roncando”, codazos, vueltas y ponerse tapones en los oídos, la noche se transforma en día y ambos amanecen cansados.
Esta es una de las realidades menos románticas que viven incontables parejas. La fantasía que muchas mujeres tienen de dormir acurrucadas en forma de “cucharita” con sus parejas, se disuelve rápidamente al son de los ronquidos y otras circunstancias disruptivas para una relación.
Hay varios estudios que exaltan los beneficios de compartir la cama con tu pareja. Uno, de la Universidad de Pittsburgh, concluyó que dormir junto a alguien que amas puede reducir los niveles de estrés y protegernos de aflicciones médicas, como las enfermedades coronarias. Esto se debe a que tener contacto afectivo con otro ser humano aumenta los niveles de oxitocina, generando una sensación de bienestar, lo que a la vez contribuye a dormir más rápido y mejor. Del mismo modo, disminuye el cortisol, la hormona asociada con el estrés y que se relaciona con la inflamación.
Pero claro, la palabra clave es dormir. Porque situaciones como los ronquidos, la incompatibilidad de hábitos, o actitudes desconsideradas como apagar las luces o la televisión demasiado tarde, pueden afectar el patrón de sueño, logrando todo lo contrario: cansancio, irritabilidad, discusiones y resentimiento.
Guerra en el colchón
El espanta sueño
Los ronquidos probablemente son el enemigo principal de un sueño plácido y reparador. Algunas personas se resignan a los de su pareja, otras graban en su celular la evidencia (para mostrársela al culpable al día siguiente), hay quienes recurren a los tapones de oído, y en casos más extremos, uno de los dos termina durmiendo en otra parte de la casa.
“Aunque uno lo ve como algo anecdótico, es importante darle atención”, afirma Zeava Kuzniecky de Rubin, médico especialista en trastornos del sueño en la Clínica del Sueño. “Roncar, a pesar de que es un problema muy común, no es normal. Las personas que lo hacen necesitan buscar ayuda, porque sus ronquidos podrían ser indicativo de un problema más importante en su salud”.
Luego de hacer los estudios pertinentes y determinar que el paciente no tiene apnea del sueño ni cambios en la oxigenación mientras duerme, y se confirma que solo es roncopatía, hay varias alternativas para tratar este desorden. El primero, es mantener un peso saludable, ya que el sobrepeso está estrechamente relacionado con los ronquidos. Luego, hay dispositivos intraorales que odontólogos especializados recetan, indicados para estos casos. También existen procedimientos quirúrgicos que amplían las vías aéreas, aunque la experta aclara que es solo para pacientes muy claramente escogidos.
En los casos en que sí hay apnea de sueño, el tratamiento de elección es dormir con una máquina de presión positiva continua. “Después de 40 años, sigue siendo la forma más eficaz de tratarla”, afirma Kuzniecky de Rubin.
La pelea por el termostato
A Lidia* le gusta el calorcito del trópico, pero a Andrés* le gusta simular que su habitación es un congelador. Tanto, que se enoja si llega a la casa y encuentra el aire acondicionado de su cuarto apagado. “Me congelo en las noches, ¡no puedo dormir!”, exclama ella. Pero si sube la temperatura, entonces quien no duerme es él.
Este es un caso en que la mejor opción es negociar, tomando en cuenta que en el mercado hay diversidad de frazadas para abrigarse del frío, y novedosas almohadas rellenas de gel, látex o con cámaras de agua para que se mantengan frescas durante la noche, denominadas cooling pillows.
Intrusos en la cama
A veces, una de las personas en la pareja trae “invitados” a la cama. Pueden ser sus hijos pequeños, o hasta las mascotas.
Según la psicóloga Tamara de Zebede, esta distracción a veces es propiciada por uno de los dos, para no enfocarse en su pareja. Es importante evaluar si este es el caso. Si no lo es, y el ‘infractor’ simplemente disfruta la compañía adicional en la cama -aunque le moleste al otro-, es recomendable llegar a un compromiso. Por ejemplo, hacer pyjamadas con los niños los viernes.
“Es importante que la pareja tenga un espacio que sea exclusivo de ellos”, afirma de Zebede. “Esto incluso le da a sus hijos un buen modelo de pareja”.
Búhos y gallinas
Antes de involucrarse en una relación en pareja, las personas ya han desarrollado otra relación: consigo mismas.
Cada persona llega con su propia rutina, gustos y características individuales, que pueden resultar problemáticas cuando se empareja con alguien con hábitos diferentes a los suyos.
Hay a quienes les gusta dormir temprano; otros no pueden conciliar el sueño hasta bien entrada la noche. Unos necesitan silencio absoluto, otros el sonido de la tv. Los expertos coinciden en algo: la habitación -y la cama-, es un espacio para relajarse y dormir. No un sitio para comer ni trabajar.
Acordar reglas, y ser respetuosos de las necesidades de su pareja, es un ejercicio en desarrollar empatía y fortalecer la relación. Por ejemplo, ponerse de acuerdo en una hora para apagar luces, y que quien se levante más temprano procure no hacerle bulla al otro.
‘Deja de jalarme la sábana’
Este malestar se escapa del control del ofensor, ya que está dormido. Este es un motivo de conflicto, al igual que alguien que se mueve mucho mientras duerme. La buena noticia es que hay infinidad de productos ideados para darle mayor autonomía en el colchón a cada uno de sus inquilinos.
Empezando con los colchones Sleep Number, en que ambos pueden inflar o desinflar su lado, según su gusto. También existen modelos que ya vienen con un lado más firme que el otro.
Para quienes les perturba el hecho de que sus parejas se muevan mucho, existen colchones con resortes independientes o de memory foam. Estos aislan el movimiento de un lado, de modo que uno puede rotar, pararse para ir al baño, sentarse a amarrarse los cordones, sin que su pareja se de cuenta.
Si todo esto falla, entonces la solución tal vez sea usar colchones independientes, uno al lado del otro: pegar dos tamaños twin, y que cada quien tenga su juego de sábanas, para dormir juntos, pero no revueltos.
*Los nombres fueron cambiados.