Cuando se habla del movimiento económico de la noche, la primera palabra que viene a la mente es rumba. Sin embargo, la oferta de la industria nocturna va mucho más allá. Los bares y discotecas son solo una parte de la industria que funciona después de las 6:00 p.m., según Andreina Seijas. A estos dos elementos del entretenimiento nocturno se pueden agregar establecimientos como teatros, restaurantes, hoteles, cines. La lista continúa después del estereotipo que vincula la noche con la fiesta y el alcohol.
Seijas es una periodista y analista de políticas públicas que investiga el impacto de la noche en la economía de las ciudades. Su interés hacia este tema empezó en Caracas, su ciudad natal, cuando hizo una investigación para entender qué pasaba en la vida nocturna de la capital venezolana. Desde entonces, comenzó a ver la importancia de la noche desde el punto de vista social.
Para ella hay un tabú alrededor de la noche. “El tema nocturno siempre es visto como rumba”, destaca. Sin embargo, también cuenta sobre casos de ciudades importantes a nivel mundial en las que la noche es vista como una oportunidad.
“Londres y Sídney, por ejemplo, han realizado estudios de impacto de la economía nocturna y tienen cifras muy claras sobre cuál es su relevancia a nivel de números de empleo, movilidad turística y contribución de la economía nocturna para la ciudad”, ilustra.
En los últimos años varios sitios del globo han identificado a la industria que trabaja de noche como parte importante de su economía. Este hecho ha llegado hasta ciudades de América Latina como Bogotá, Asunción, Valparaíso y Rosario.
Seijas destaca el caso de Asunción como uno muy interesante. “Es una ciudad de la que no se habla mucho, pero sufrió un problema que es muy común en todas partes de América Latina: su centro histórico fue abandonado por completo ante el surgimiento de otras centralidades en la ciudad”, dice.
La ciudad se olvidó del centro y los habitantes solo se desplazaban a ese sitio para trabajar de 9:00 a.m. a 5:00 p.m. “Dejó de ser un lugar de encuentro de la ciudad”, cuenta.
“En 2014 hubo un grupo de comerciantes, dueños de bares y restaurantes que operan en el centro, que se juntó y encontró un elemento en común: la recuperación del centro como un punto positivo para la ciudad. Crearon la Asociación para la Movida del Centro Histórico de Asunción, y esta alianza público-privada buscó recuperar el centro de noche”, manifiesta Seijas.
Bajo el eslogan “Sentir el centro”, los ciudadanos de Asunción se reconectaron con su centro histórico. “A través de eso lograron cambiar la percepción casi negativa que había de esta zona de la ciudad y atraer nuevos negocios, hoteles y restaurantes a que se ubicaran en el centro. Hoy tiene mucha más vida de la que tenía hace varios años”, comenta la investigadora.
Este caso es muy parecido a lo que ha ocurrido en otras latitudes de la región. El Casco Antiguo de Panamá es un ejemplo claro.
Por esta razón, el Banco Interamericano de Desarrollo organizó una charla en la Feria Internacional del Libro de Panamá en la que Seijas habló sobre la economía nocturna. En esta presentación compartió sus experiencias con Lázaro Rodríguez, un consultor cubano actualmente encargado del proyecto Panamá Ciudad Creativa en Gastronomía, como parte del programa de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Para Rodríguez, la gastronomía se posiciona como una parte importante de la economía nocturna.
“Cuando pensamos en economía nocturna tenemos que pensar en todas las actividades asociadas a la gastronomía”, explica el gestor cultural. “Tenemos que conocer cuál es el aporte de la gastronomía a la economía nocturna y al producto interno bruto (PIB) de la ciudad. En 2016, por ejemplo, teníamos 2 mil 447 restaurantes que movían un total de 7 millones de dólares en las declaraciones de impuestos, lo que revela un volumen importante en la ciudad”.
La noche como parte de la ciudad
La noche, un espacio para todos
Actualmente Seijas cursa sus estudios de doctorado en la Universidad de Harvard. Se especializa en la planificación urbana nocturna. Uno de los focos de su investigación ha sido identificar las iniciativas de la gobernabilidad de la noche.
En varias ciudades existe una nueva figura gubernamental, el alcalde nocturno. El estudio de Seijas trata sobre la tipología de estos cargos, que pueden ser elegidos por la Alcaldía de la ciudad, por votación popular o un producto de una alianza público-privada.
“El más famoso fue el alcalde nocturno de Ámsterdam. A partir de la influencia positiva que ha tenido este alcalde, hoy en día son más de 45 ciudades las que cuentan con alcaldes o gestores nocturnos”, expone.
El puesto es ocupado por mujeres en diversas ciudades como Londres, Orlando, Nueva York y San Luis Potosí. Esta es una de las muchas maneras en las que se puede incluir la participación femenina en la noche.
“Lamentablemente, sobre todo en ciudades de América Latina, hay muchas víctimas que son mujeres en situaciones de criminalidad. Sin embargo, creo que es importante tener una discusión positiva sobre cómo las mujeres pueden tener un rol cada vez más activo en la nocturnidad”, manifiesta Seijas.
Economía nocturna desde otra mirada
Para Seijas, el tema de la economía nocturna no es nuevo, ya que siempre hemos contado con una industria que funciona después de las 6:00 p.m. “Pero ahora es que le ponemos el nombre”, destaca. Es desde el punto de vista de planificación urbana que no se había tomado en cuenta.
“Ahora estamos empezando a asumir de una forma más responsable y proactiva”, menciona. “Se benefician las ciudades desde el punto de vista turístico, de seguridad, de inclusión”.
Con la creación de políticas públicas e instituciones para la noche también se pueden resolver varias de las problemáticas tradicionales de esa parte del día.
“Está pasando en muchas partes del mundo que el rol del alcalde nocturno es para promover la inclusión social, por ejemplo, de grupos de lesbianas, gais, bisexuales, transexuales/transgénero e intersexuales (Lgbti), de extranjeros o mujeres. La nocturnidad es una plataforma para discutir diferentes temas. No es un fin en sí mismo, no es una solución en sí misma, es un lente a través del cual mirar las realidades de las ciudades, y que permite cambiar esa percepción negativa que tenemos de la noche y aprovecharla como motor económico, social y turístico”, ilustra Seijas.