En España, la cifra de perros y gatos abandonados anualmente en diferentes circunstancias, supera los 100 mil, según las estadísticas de las agrupaciones proteccionistas que intervinieron en sus rescates.
México, por su parte, tiene uno de los números más altos de abandono de América Latina. Se calcula que son 500 mil animales anuales aproximadamente, entre caninos y felinos. La mayoría de ellos son librados a su suerte tiempo después de las fiestas navideñas, ya que han sido comprados compulsivamente como regalos, sin conciencia ni responsabilidad.
Estados Unidos no se queda atrás, pero en este caso, las masivas campañas de adopción ayudan a ubicar a los animales que son dejados en refugios o recogidos de las calles, aunque el problema de fondo sigue existiendo y muchos de ellos son sacrificados en los refugios después de cierto tiempo de no encontrar adoptantes.
A toda esta gran problemática que sufren (o mejor dicho, sufrimos algunos países por momentos), todo se agrava cuando se suman los éxitos de películas o series que tienen algún perro como protagonista. La gente se enamora del personaje, va en busca de uno similar, y luego, al afrontar la realidad y la responsabilidad que implica atender y entender al animal, muchos de ellos terminan abandonados o, en el mejor de los casos, regalados.
Fue el caso de los labradores retriever con Marley y Yo, los San Bernardo con Beethoven, los dálmatas con 101 Dálmatas, y desde 2011, Juego de Tronos, con sus hipotéticos lobos huargos.
A partir de esta serie, la demanda por perros con tipología lobezna (siberiano, alaskan malamute y samoyedo), se ha incrementado notoriamente, como así también la crianza irresponsable en fábricas de cachorros con fines estrictamente comerciales. Posteriormente, de manera abrupta, también crecieron los abandonos de estos perros elegidos irracionalmente y sin conocerlos, por el solo hecho de haber visto uno parecido en esta serie.