La llegada de un bebé revoluciona la vida de sus padres en muchos aspectos. Los cambios de estructuras cotidianas son inevitables, como también el reordenamiento de prioridades.

En muchas de estas situaciones son los perros los que sufren las consecuencias de estos procesos, que pueden ser predecibles en ciertos perfiles de personas.

Esta situación es mucho más frecuente en parejas que no podían tener hijos y criaron a sus mascotas como si ellos lo fuesen. Les concedieron a los animales espacios físicos y afectivos de privilegio, en los que después ya no tienen lugar porque en realidad eran solo comodines desempeñando un rol suplente.

En algunos núcleos familiares este sentimiento es incluso fomentado por tíos y abuelos que, con el temor de los primerizos, van haciendo un fino trabajo hasta lograr que los animales se vayan de la casa. Esto es muy doloroso y generalmente termina ganando la hipotética “coherencia” en la que el animal se transforma en una carga, y comienza la búsqueda de un nuevo hogar.

Lo peor sucede cuando uno de los componentes de la pareja no quiere acceder al consenso general. Cuando esto sucede, la manera en la que se intenta mediar, asignando al perro un lugar alejado o restringido, apacigua un poco la culpa de las personas, pero para los animales representa un cambio que puede traerles trastornos conductuales y físicos.

Pero cada vez hay más información al respecto y muchísimos padres logran vivir en armonía con el bebé y los animales, quienes no causarán problemas ni riesgos tomando los mínimos recaudos lógicos para estos casos.

¿Perros Problemáticos?

Cuando hablo de casos relacionados con animales,  siempre me baso en mi experiencia y de gente cuyas historias puedo confirmar. Una sola vez he visto una situación que se tornó inmanejable para la familia, y ellos mismos habían sido los gestores de un hiperapego con un animal de gran tamaño que se focalizó casi obsesivamente en el bebé, y aunque nunca lo agredió ni lastimó, no claudicaba en la competencia por ocupar su lugar. Incluso en esta situación, con ayuda profesional y ejercicios apropiados, todo llegó a buen término.

 

Recaudos 

Perros y padres primerizos

Perros y padres primerizos

Enfermedades transmisibles, por supuesto que las hay, como también las hay entre personas, y no por eso tendremos al bebé dentro de una burbuja. Los recaudos son muy básicos y en realidad siempre deben existir, con o sin niños pequeños.

Mantener a los animales desparasitados, con controles veterinarios de rutina y limpios, es lo que toda tenencia responsable debe hacer.

Referente a la conducta, la integración es siempre lo aconsejable. Claro, cada animal es un individuo particular, más allá de su especie, raza o tipología. El miedo más frecuente sucede con los perros acostumbrados a saltar y saludar efusivamente, a los que nunca nadie corrigió y ahora representan un problema.

El respeto por los espacios y los límites son esenciales, y son las personas quienes deben marcarlos. Integrar a los perros y al bebé en la estructura familiar no es complicado con un mínimo de sentido común.

En líneas generales, el perro puede presentar, en primera instancia, curiosidad hacia el nuevo integrante, pero no es usual algún tipo de agresión.