Las 3:30 de la mañana es un poco temprano para despedirse de la cama. Pero hay que levantarse y ponerse en movimiento. El vuelo a isla de Pascua, que pronto se llamará oficialmente Rapa Nui por un proyecto de ley que busca validar los pueblos autóctonos y devolverle a la tierra el nombre que sus propios habitantes les pusieron, demora cinco horas desde Santiago, Chile, donde estoy.
Considerando que se trata de una isla primitiva en medio del Pacífico, me sorprendí al abordar el avión un par de horas más tarde: un enorme Boeing 787 Dreamliner. No hubiera imaginado que el aeropuerto Mataveri, el más remoto del mundo, tuviera capacidad para recibir una nave de este tamaño. Me equivoqué.
En el año 1986, gracias a la posición estratégica de la isla, el embajador de Estados Unidos en Chile propuso ampliar la pista de aterrizaje para poder recibir transbordadores espaciales de la NASA en caso de emergencia. Gracias a eso, el turismo creció exponencialmente. El avión en que yo viajé iba además lleno de visitantes que querían sentir de cerca la mística Rapa Nui.
Los moai son la principal atracción en este territorio polinesio, que no llega a los 6 mil habitantes. Hay alrededor de mil monolitos en su superficie: en la cantera de Ranu Raraku, en el campo de Puna Pau, frente al mar en Hanga Roa y Ahu Tongariki, entre otros puntos de interés.
Cara a cara con los moai, en isla de Pascua
Por siglos estas enormes piedras talladas han despertado la curiosidad de científicos, historiadores y turistas. ¿Quién, cómo y por qué erigieron estas figuras y las estructuras de piedra que las sostienen? ¿Cómo pudieron ser trasladadas en una época en que no había maquinaria pesada?.
Según Kava, nuestro guía, descendiente de una tribu maorí (grupo originario de las islas Polinesias disperso por el Pacífico sur), no es necesario complicarse buscando explicaciones. Moai significa “la cara de nuestros ancestros”. Tallar una efigie de su rostro y tenerlo a la vista era la forma de los aborígenes Rapa Nui de honrar el recuerdo de sus antepasados y mantener viva su “mana”, o energía vital. Por eso los moai tienen el rostro hacia adentro de la isla, y no hacia el mar, su mirada vigilante sobre sus descendientes, guiándolos. Esa es la creencia de los maorí, quienes descartan las hipótesis sobre extraterrestres y alienígenas.
Culminado mi recorrido por la fascinante isla, abordé en el puerto de Hanga Roa el Marina, un crucero de la flota Oceanía, que ofrece esta parada en su ruta hacia la polinesia francesa. El barco había iniciado su travesía días antes desde Santiago, pero me uní a tiempo para explorar el Pacífico sur.
Cara a cara con los moai, en isla de Pascua
Más que ver moai: Cosas para hacer en Rapa Nui
Cara a cara con los moai, en isla de Pascua
* Aprecia el amanecer desde Ahu Tongariki.
* Nada en la playa de Anakena y almuerza en una de las cabañas aledañas o tal vez toma una refrescante bebida de piña.
* Maravíllate observando las estrellas bajo el cielo despejado. * Visita el Museo Antropológico Padre Sebastián Englert. Es pequeño (y gratis), pero tiene una exhibición interesante de artefactos. De ahí puedes caminar hasta Tahai y ver otros moai frente al mar.
* Aprende sobre la competencia del Hombre Pájaro en Orongo, en que miembros de los diferentes clanes escalaban, nadaban y corrían en busca del primer huevo del gaviotín apizarrado para mostrar su supremacía sobre los demás. Si caminas por el área puedes apreciar el cráter del volcán Rano Kau.
* Date una vuelta por la cueva de Ana Kakenga.
* Visita la aldea de Akahanga y entender cómo vivían sus habitantes.
* Admira los petroglifos. Aunque no son tan impactantes como los moai, también cuentan parte de la historia Rapa Nui.
* Visita la iglesia católica y admira su singular estilo polinesio que sobresale en rojo desde su fachada.
* Ve a la oficina postal para que sellen tu pasaporte con un icónico moai. Como Rapa Nui es parte de Chile, no pasarás por migración si llegas desde Santiago. Esta es una forma divertida de registrar tu aventura en tu pasaporte.
Cara a cara con los moai, en isla de Pascua
Cómo llegar: ¿Conoces Santiago?
Desde Panamá la forma obvia de llegar a
es a través de Santiago, Chile. Hay múltiples vuelos diarios a la capital suramericana, a seis horas de la nuestra. Chile tiene mucho por ofrecer: pasear por sus plazas, conocer el Palacio de La Moneda, las colinas de San Cristóbal y Santa Lucía, en el centro de la ciudad, barrios en boga como Bellavista y el pintoresco Lastarria, y caminar por el recién estrenado Paseo Bandera.
Tiene diversos museos, pero toma nota que todos permanecen cerrados los lunes, al igual que los funiculares, zoológicos y otras atracciones. Por ende, si vas a estar pocos días, trata de que no caigan lunes. La gastronomía y los vinos chilenos gozan de fama mundial, como podrás comprobar en algunos de los viñedos en Casablanca. Si tienes tiempo vale la pena hacer una gira a Viña del Mar y a Valparaíso por el día, que con sus callejones multicolores y sus colinas escarpadas te va a enamorar. Y si dispones de aún más tiempo, explorar el desierto de Atacama.
Cara a cara con los moai, en isla de Pascua