Esta sociedad se viste más de apariencia y se fija menos en los  hechos.  Y, como dice un refrán, las apariencias engañan. En cambio, la experiencia, el conocimiento, el buen criterio y la buena disposición para hacer las cosas son valores que, aunque no se ven a simple vista, importan mucho.

En los ambientes de trabajo se vive mucho de las apariencias. La persona que más conocimiento aportaría a la solución de un problema muchas veces es ignorada por estereotipos o por las etiquetas, pues se toma en cuenta solo a aquellos que cumplen con esa supuesta buena apariencia. El no contar con esa imagen idealizada resta posibilidades de crecimiento dentro de la organización.

Un buen gerente orientado a las personas, buscará obtener ese contacto directo con el personal  y crear posibilidades de crecimiento al propiciar un ambiente de innovación para la empresa. Eso le permitirá conocer bien a los trabajadores y darles la oportunidad de  aplicar sus talentos en cualquier área, para palpar las fortalezas y posible riqueza en conocimientos que muchas veces no se nota a primera vista.

Cuan importante es tener un buen corazón para acercar personas, conectar con el valioso recurso humano, para que nuestra estadía sea agradable y podamos adquirir sentido de pertenencia que beneficiará también a la empresa, ya que a mayor satisfacción, mayor productividad y mejores resultados.

Todo está conectado. Aún en pandemia no hemos valorado lo importante que es ser buenas personas en el sentido amplio de la palabra. Pensábamos que esta crisis sacaría lo mejor de cada quien,  pero en ocasiones no ha sido así. Ha cobrado fuerza una especie de competencia en la que solo puede sobrevivir el más hábil.

Cada uno está viendo por sí mismo, no como organización o empresa. ¿Cómo pretendemos mantenernos y edificar grandes proyectos? Trabajando solos se logra poco y hacerlo es más difícil. En equipo con una misma visión, es mucho mejor.

Por ello, te invito a practicar la buena fe y eliminar conceptos limitantes. Es mejor basarse en hechos, medir a las personas por sus cualidades y acciones, no por apariencias. Pensemos qué podemos hacer para mejorar el entorno en donde laboramos, siendo más auténticos y manteniendo el don de gente tanto en la vida personal como en la laboral, esto contribuirá  a hacer de nuestro mundo un lugar mejor para vivir, soñar y trabajar.

Seguiremos en otra vuelta,