Chanel ha recreado la larga playa y el paseo marítimo de la localidad normanda de Deauville para la presentación de su próxima colección otoño-invierno 2024/25, protagonizada por prendas envolventes y amplias, y en la que no faltaron sus famosas chaquetas o el ‘tweed”.
Este martes, última jornada de los desfiles de ‘prêt-a-porter’ femenino de la Semana de la Moda de París, la ‘maison’ de la doble C ha querido tener como telón de fondo e inspiración ese lugar de Normandía (noroeste de Francia), centrado en el turismo exclusivo y que tanta importancia tuvo en la vida de la fundadora de la marca, Gabrielle Chanel. Fue allí donde abrió su primera tienda en 1913.
En el interior del Grand Palais Efímero, a los pies de la torre Eiffel, y con ese idílico y virtual paisaje de arena y mar, las propuestas clásicas de la casa han vuelto a tener protagonismo como valores seguros.
Son pilares en los que se apoyan con naturalidad el resto de las propuestas. Virginie Viard, la responsable creativa de las colecciones, es consciente de que hay que adaptarse a los tiempos y a las generaciones, pero sin obviar clásicos, como las prendas en ‘tweed’ y sus icónicas chaquetas.
Chanel siempre destaca por la generosidad de sus presentaciones sobre la pasarela. En esta ocasión, han sido 73 conjuntos los que han desfilado, con una apertura en la que los abrigos -algunos de ellos con motivos de cuadros- han acaparado la atención, seguidos de los conjuntos de chaqueta y pantalón; uniendo como es costumbre buen vestir y comodidad.
Punto, cuero, ‘tweed’ y denim
El punto vuelve a hacerse presente, con envolventes jerséis, a los que en más de un caso ciñe un cinturón; como ocurre con varios de sus abrigos. También el cuero se deja ver, en marrón o negro, en una colección en la que los pantalones son más bien anchos y aparece además el denim.
En invierno, los días se acortan y las prendas se alargan, con el ‘tweed’ como el material estrella, ese tejido de lana de origen escocés que está tan asociado a Chanel, igual que el zapato bicolor o la camelia. Precisamente, esta última, la camelia, se ha visto en detalles para el cabello, como han mostrado un buen número de modelos.
Los sombreros son pamelas que recuerdan a los gorros de lluvia de los marinos normandos, aunque en fino fieltro, aportando un aire bucólico a la mujer que apuesta por ellos.
Las gorras, más prácticas y juveniles, cobran peso, acompañando, por ejemplo, a amplios jerséis. Y, por supuesto, en el apartado de complementos, no podían faltar los bolsos, donde el clásico ‘matelassé’ (acolchado), en diferentes variantes, es nuevamente el rey.
Los colores no están reñidos con el otoño-invierno de Chanel. Si bien los tierra están presentes, asistimos a un festival en el que conviven rosas, azules, grises, blanco y oro, asociado siempre a lo más preciado, y que no es la primera vez que vemos. Tampoco falta, como es lógico, el negro, y no solo en propuestas para la noche.
Un cortometraje en blanco y negro, protagonizado por Penélope Cruz y Brad Pitt, sobre la playa de Deauville, ha sido el preámbulo al pase; uno de los que causan mayor sensación y eco mediático en los desfiles parisinos.
En él, los actores interpretan a dos personas que pasean por la kilométrica playa un día gris otoñal, antes de ir a su hotel, donde parece augurarles un final feliz.
Cuando se ha cumplido un lustro del fallecimiento de Karl Lagerfeld, su vacío se sigue percibiendo de algún modo en la firma de la fuera su director creativo durante casi cuatro décadas.
El Chanel de Viard es sin duda más discreto y menos arriesgado que el del ‘káiser’ de la moda. Ni mejor ni peor. Otra manera de interpretar y actualizar el legado de la fundadora de la casa.