Taxco, la mina de joyas
El diseñador Daniel Espinosa. Al fondo, el Templo de Santa Prisca de Taxco. Foto Cortesía
La imagen parecía un cuadro. Pequeñas casas se veían a lo lejos, todas blancas con sus tejados, unas sobre otras en una montaña. La vista la teníamos desde un mirador al que llegamos luego de subir un cerro y atravesar una autopista a dos horas de Cuernavaca (donde paramos a desayunar), y a tres horas del D.F., en México, donde nos estábamos hospedando. El mirador era una parada obligada para tomarse fotografías con el pueblo de Taxco de fondo.
Regresamos al bus en el que viajamos y que nos llevaría a descubrir ese poblado. Las calles angostas, de solo dos vías, con casas a un lado y colinas al otro, nos indicaban que no era un sitio para un vehículo grande. Como pudo, el chofer se estacionó momentáneamente. Bajamos. Avanzamos por una pequeña rampa para luego entrar al pasillo de un taller. Solo hombres había trabajando, concentrados, usando mascarillas.
Brillantes bolsos de mano, decorados a mano, vestían la primera mesa de esa área del taller. Algunos los reconocí, pues se lucen en la boutique que el diseñador de joyas Daniel Espinosa tiene en Panamá. Al final de ese espacio estaba él. Vestido con unos pantalones blancos, zapatillas y gorra a juego, y franela de jean. Estábamos en su fábrica ubicada en el pintoresco pueblo de Taxco, en el estado de Guerrero, en México. Él nació y creció allí.
El golpe incesante de un martillo y la fricción de la lija con el metal retumbaban en el lugar. Los artesanos trabajaban. Daniel explicaba el proceso. Nos mostró cómo la plata en bruto (en unos pequeños granos) se une con el cobre para darle dureza. Ahí mismo un trabajador demostró cómo funden la plata para transformarla en una barra, con la que luego se comienza a trabajar las joyas.
Taxco, la mina de joyas
En esta área se funde y se trabaja el metal. Abajo, unos bolsos de mano se exhibían en el lugar. Fotos La Prensa/Anahil Trómpiz Torres
Taxco, la mina de joyas
El inmueble, donde está el taller, está construido como muchas edificaciones en Taxco. Por norma, no pueden sobrepasar los cinco pisos y debido al terreno (es una montaña), las construcciones tienen varios niveles. Hay que subir y bajar escaleras. En el taller estas estaban en la parte exterior del inmueble, atrás. Desde aquí se podía ver el espacio plano más extenso del pueblo: una cancha de fútbol.
Junto a Fabiola Jaimes, encargada del área de servicio y mantenimiento del taller, llegamos al área de laminado. Aquí la plata se transforma en lámina para después crear aretes, pulseras, collares o anillos que forman parte de las colecciones del diseñador.
Regresamos al pasillo de entrada de la primera área del taller. Cerca había una especie de oficina, de amplio espacio, en la que laboraban solo mujeres. Vestidas con polo blanco, sentadas en largas mesas, estaban enfocadas armando las joyas. Con delicadeza, una de las artesanas insertaba en un hilo esfera por esfera, para formar un refinado collar con un gran dije redondo dorado. Otra compañera, con un pañuelo, limpiaba las joyas. La mayoría era taxqueña. Crecieron en esa ciudad reconocida por su riqueza en la plata.
Antonia Guaderrama comenzó a trabajar en la fábrica hace cinco años. Estaba sentada en una esquina con una especie de microscopio, soldando las uniones de un collar. Lo hacía con mucha precisión. Me comentó que al principio le costaba soldar la cadenas que eran muy delgadas. Con el tiempo aprendió y ahora es un trabajo que hace rápido.
Para Daniel, el trabajo manual de estas mujeres es fabuloso. “Son ellas quienes arman el rompecabezas de la joya”, me comentó un día después, sentado en el jardín de un restaurante en México DF. En el taller en Taxco es donde se fabrica el 90% de sus joyas, pero hay otros pequeños talleres en el pueblo en el que se hacen diferentes tipos de procesos. Son estas joyas las que se exhiben en las distintas boutiques que tiene en el mundo.
Taxco, la mina de joyas
Las artesanas arman las distintas joyas. Fotos. La Prensa/Anahil Trómpiz Torres
Taxco, la mina de joyas
Piezas exclusivas de Daniel Espinosa para su ‘boutique’ en El Palacio del Hierro, en México DF.
Tras el recorrido por la fábrica, pasamos a conocer el hotel Posada de la Misión de Taxco. Por las calles, los carros eran pequeños, todos blancos. Para mantener la arquitectura colonial del pueblo, las edificaciones deben ser blancas y con tejados de barro rojo, nos explicó el guía Romeo Hernández. Los taxis son modelo Volkswagen escarabajo y no tienen el asiento del copiloto. En uno de estos taxis llegamos a una plaza. Conocimos el Templo de Santa Prisca, con su estilo churrigueresco, y el centro cultural Taxco Casa Borda, de la Secretaría de Cultura de Guerrero, en cuya azotea tuvimos una vista de 360 grados del pueblo.
Ese día en la tarde regresamos al DF. Al día siguiente disfrutamos de un tour arquitectónico encabezado por el profesor Juan Ignacio del Cueto Ruiz-Funes, que incluyó el Zócalo de México, una vista relámpago del Templo Mayor, una visita al Centro Cultural de España, al impresionante Palacio de Correos y al Palacio de Bellas Artes; una corta caminata por la reserva forestal del Pedregal de San Ángel, y ver de lejos la ciudad universitaria.
El diseñador Daniel Espinosa nos acompañó en este recorrido. Quería mostrarnos lo orgulloso que está de sus raíces y que apreciáramos su país como él lo hace. El día terminó con una visita a su boutique en El Palacio del Hierro y una cena en su casa. Un lugar cálido, delicadamente decorado, con luz tenue. Fue un viernes donde todos los invitados a su famtrip nos sentamos a cenar en una gran mesa con algunos amigos de Daniel, destacadas personalidades mexicanas como el presentador Juan José Origel (conocido en el mundo de la farándula como Pepillo) y la actriz Luz Elena González.
Taxco, la mina de joyas
Detalle de la cena en casa del diseñador Daniel Espinosa. A la velada acudieron algunos de sus amigos, reconocidos rostros de la televisión mexicana.