Tres mil 400 tapitas de lata. Plástico para manteles. Papel celofán. Faldas de segunda mano. Hilo y máquina de coser. Con eso, y alas de creatividad, se crea un vestido.
Así lo hizo la estudiante colonense María Fernanda Mollah, de 19 años. Para presentar en un desfile en su facultad, que mostraba diseños creados a partir de materiales reciclables, confeccionó un traje bordado con miles de tapas de bebidas enlatadas, demostrando cómo lo desechable se transforma en artesanía.
Eyra Ramos, de la agencia Brown Models. Maquillaje: Derika Bulgin. Fotografía. Alexander Arosemena.
Su familia le ayudó a recolectar las tapitas que se pintaron de rojo para bordar en el vestido y con ello simular los patrones característicos de las alas de las mariposas isabelinas, insectos que inspiraron el concepto del traje. “Quería presentar un aura de energías místicas; el poder y la imposición, el intercambio de mente y espíritu como un ser firme”, comenta la diseñadora.
Con tapitas de latas, pintadas en rojo, se creó este bordado. Fotografía. Alexander Arosemena.
María Fernanda ocupó alrededor de un mes y medio para la confección de la prenda, compuesta por una falda larga en corte A y una blusa con amarre de lazo en organza en la parte posterior. El conjunto estaba hecho además con plástico para manteles, papel celofán, faldas de segunda y otros.
Como parte de las generaciones más jóvenes de diseñadores de moda, opina que las marcas deberían preocuparse más por erradicar la explotación laboral en la industria y tomarse más en serio técnicas como el ‘upcycling’ para volverse un poco más amigables con el planeta.
A María Fernanda Mollah le tomó un mes y medio la confección de este vestuario. Fotografía. Alexander Arosemena.